domingo, 29 de abril de 2018

Radio Totalmente Cautiva


Pensás que ya nada te va a motivar un sábado a la noche y un compartido de manera oportuna te hace mover.
Lo leí y me gustó.
Léanlo.

Estas pequeñas reflexiones sobre un medio de comunicación como es la radio aplican a todos los medios de estupidización masiva.
Son la conclusión que sacamos de los correos de algunos de nuestros lectores en la página de Facebook
Casi todos admitimos que los grandes medios intentan con mucho éxito influenciar en las vida de la gente, al punto que lo logran sin demasiado esfuerzo.
Estamos atentos a los grandes medios y nos cuidamos de ellos.
Pero... ¿qué pasa cuando el medio que elegiste para informarte es una pequeña radio de tu barrio o de tu pueblo?
Evidentemente las radios son un reflejo de sus dueños.
Llegamos a creer que están para representarnos.
Nos gusta la música que pasan y se lo agradecemos a través de nuestros perfiles de las redes sociales.
Algunas tienen el teléfono abierto para mensajes de voz o conversaciones mano a mano. Otras lo hacen a través del WhatsApp.
Muchas solamente contestan mensajes de Facebook a través de sus páginas o los perfiles de sus locutores o responsables de la conducción de la radio. Algunas ni responden a los comentarios en sus publicaciones o a veces ni los leen. Entonces se limitan a responder mensajes de Messenger. 
Cosas del momento, que pronto se olvidan.
Les gustan tus comentarios y los leen al aire. Te dicen que sería lindo que los visites en la radio, que pases a tomar unos mates. Hasta mencionan tu nombre. Se toman la libertad de comentar que les parece gracioso si es o muy común o muy difícil de pronunciar. Como si la limitación estuviera en tu nombre y no en su incapacidad intelectual.

Todo bien hasta que opinás algo que nos les gusta.


Ahí tu nombre no les causa gracia. Ni te recuerdan de comentarios anteriores. Ahí te tratan de troll, anónimo, usuario con nombre falso o cualquier adjetivo descalificativo que su valentía tipográfica o ante un micrófono de una sola vía les permita. Hasta te lanzan desafíos al aire, a los cuales no podés responder porque: 
 1)  No responden el teléfono.
     2)  Justo, pero justo, termina su programa.
     3) Te bloquearon

Y entonces se quedan con la última palabra.
Y si te responden lo hacen a través de un triste chat de celular, frases cortas y mal escritas que demuestran su cortedad, su falta de reflexión al darte una respuesta apurada.
Porque si ahondaran un poco en los chats a través de la facilidad que te ofrece una computadora se darían cuenta que hace años que venís conversando con ellos y contándoles tus problemas.
Les contaste que en los primeros tiempos de tu feliz matrimonio tu hijita dormía en una caja de cartón.
También que tuviste un oficio que te calificaba para darles respuestas en un tema que se venía tratando en el programa y en el que los “especialistas” consultados por ellos venían guitarreando de lo feo.
Les contaste también que tu madre jubilada tuvo problemas con los remedios del Pami, que fuiste amigo de una persona que se cayó de una ventana y que podrías contarles un par de cosas interesantes si les creyeras que ellos mantienen sus fuentes confidenciales. Te dicen que las mantienen confidenciales, que cuentes tranquilo. Y sin embargo después dan tu nombre al aire. Hasta les diste a ellos tu dirección en un reclamo a un funcionario público que fue a su programa. Pero ellos no se acuerdan y dicen que estás escondido en el anonimato.
Ponés en tu perfil en qué universidad estudiaste, qué estudiaste y de qué trabajás, pero te tratan de anónimo.
Y hasta pretenden que pongas tu foto en un perfil público de una red social que está plagada de locos y degenerados que van a venir a atacarte por cualquier estupidez. Si no ponés tu foto sos anónimo y no un tipo cauto.
Si no ponés fotos de tu familia sos anónimo y no un tipo que cuida su seguridad familiar.
Parece que ignoran que hay niveles de seguridad configurables en Facebook. Creen que si ellos no lo ven no existe. Pero vos lo publicaste en los niveles apropiados de confianza y tenés que agradecer que ellos no estén entre esas personas de confianza. Porque abusarán de ella. 
Piensan que porque son tus "amigos" en Facebook tienen derecho a ver toda tu vida. Ni saben que existe el nivel “Amigos con acceso restringido”. O tal vez creen que solamente ellos lo usan y nadie los puede poner a ellos en esa lista.
Ellos no ven más allá de lo que les muestra la pequeña pantalla del celular.
Ese es todo su campo visual.



Hay otros que ven a través de sus ojos y no se dan cuenta.
Porque digamos la verdad, todos al principio pusimos nuestras fotos en Internet públicamente. Pero eso fue hasta que vimos qué tipo de gente empezó a sumarse a la red. Y no hablo de Facebook o alguna de estas redes estúpidas. Hablo de personas que hace treinta años que navegamos, y que aprendimos hace mucho a reconocer la tendencia de las mareas.
Te sentís defraudado por estos “comunicadores sociales”.
Pero la culpa es tuya, porque confiaste a en ellos, y ellos son solamente otra pata de los mismos multimedios. No lo podés probar, pero es así. Ellos se llaman a sí mismos independientes. Sin embargo sus hechos los desdicen.



Son como esos periodistas que escriben en diarios de izquierda aparentemente opositores al gobierno actual, pero que en su momento hicieron todo lo posible para desestabilizar al gobierno anterior. Su negocio es ser eternos opositores.
Su negocio es tu persona.
Manejar tu mente, tu vida y tus bienes.
Les pertenecés.
Les pertenecemos, lo neguemos o lo admitamos.
Antes dijimos apagá la tele.
Ahora no te vamos a decir apagá la radio.
Pero cambiá de estación, para que no te quedes pegado a mentes retrógradas.
A ellos, que salieron del montón en el que estamos todos, para sentirse el montoncito de crema que no son les decimos:
Dejen de beber
Dejen de drogarse
Dejen de chupar nuestra mente
Dejen de jodernos la vida
Admitan la realidad antes que los pase por encima.
No son más que nadie.
Son menos que todos.




Tomado del Blog Eye Connect

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