viernes, 16 de agosto de 2019

Vivaldi, Ciclos y Estaciones

                             





"Kyklos", en griego signifíca circulo o rueda , y es la raíz etimológica de "Ciclo",  una palabra que usaré bastante en esta nota. pero ¿Qué significa exactamente, en castellano, "Ciclo"?  veamos un par de definiciones tomadas del diccionario de la RAE: "Serie de fases por las que pasa un fenómeno periódico." y  la otra sería: 
"Conjunto de transformaciones por las que pasa un cuerpo hasta volver a su estado inicial". Bien... y ustedes dirán: "¿Qué diablos tendrá que ver Vivaldi con los ciclos?" 
 Las interpretaciones de las Cuatro Estaciones de Vivaldi que elegí para este post, están ejecutadas por distintos solistas. Así, la Primavera corre a cargo de Joshua Bell, el Verano, de Julia Fischer, el Otoño de Federico Agostini, y el Invierno, de Cynthia Freivogel. 




                              




Las Cuatro Estaciones de Vivaldi ocupan un lugar de honor entre las obras musicales mas populares de todos los tiempos. El primer movimiento (allegro en mi Mayor) del concierto n°1 de las Cuatro Estaciones, llamado La Primavera, es, sin duda, el mas famoso de todo el conjunto.

 Tanta fama no es casual: aunque su estructura (rápido-lento-rápido) es la habitual en la música del barroco, la originalidad de su composición hace de las Estaciones  algo realmente novedoso  para su época.  Creo que en ellas, Vivaldi dio lo mejor de si, sin reservas, logrando rozar con la punta de un dedo lo atemporal.

Estas cuatro piezas, en realidad, forman parte de una obra mayor: son los cuatro primeros conciertos para violín, cuerdas y continuo de Il Cimento dell’Armonia e dell’Inventione, colección integrada por doce conciertos publicados en Amsterdam en 1725 como Op.8.






Mi propósito aquí no es el de hacer una reseña histórica o musicológica de esta obra cumbre del barroco italiano (en la red ya hay muchos y muy buenos estudios sobre el tema). Dedicaré esta nota a desarrollar la hipótesis (sin la pretensión de llegar a demostrarla) de la posible vinculación de las Estaciones de Vivaldi con los ciclos de la naturaleza en  general, y con el ciclo solar en particular. 
Pero primero haré un breve esbozo de su historia y estructura.






Las Cuatro Estaciones es una serie de cuatro conciertos cortos para violín y orquesta, escrita por el compositor veneciano Antonio Vivaldi alrededor del año 1720.
Algunos dicen que el Cura Rojo (así lo apodaban a Vivaldi por ser sacerdote católico y pelirrojo) compuso esta obra inspirado por los cuadros de un artista llamado Marco Ricci, que pintaba sobre todo paisajes. Otros, en cambio, encuentran más probable que la inspiración le llegara mientras contemplaba  la hermosa campiña de Mantua, pues en esa época residía en esta ciudad lombarda.


                      "Descripción de la antigua Roma", Marco Ricci


En Las Cuatro Estaciones, cada uno de los conciertos consta de tres movimientos y dura unos diez minutos (cuatro conciertos de tres movimientos cada uno, suman doce movimientos... doce, como los signos del zodíaco).




CICLOS

Hay una versión prog-rock de Las Cuatro Estaciones arreglada y realizada por Los Canarios (una banda que cosechó un considerable éxito en los años '70), que se titula Ciclos. Salvo el primer movimiento de La Primavera, que para mi gusto está muy bien logrado, lo demás, francamente,  me parece de una insufrible pedantería. Sin embargo, debo agradecerle a Ciclos la hermosa idea de que Las Cuatro Estaciones sean un grandioso homenaje sinfónico que  Vivaldi dedica a los ciclos de la vida, -esos fenómenos periódicos que encontramos en todo cuanto existe-, desde las galaxias hasta los átomos,  cada uno con sus respectivas fases de ascenso, apoteosis, caída, y aniquilación.








Incluso las mismas etapas de nuestra existencia: infancia, juventud, madurez y vejez, conforman un ciclo vital con características comunes a las de otros ciclos, como las fases lunares o las estaciones. Entre cada uno de estos ciclos y cualquier otro, existen un sin fin de analogías.  He aquí un ejemplo bastante claro:

El ciclo lunar se subdivide en cuatro fases, cada una de las cuales dura una semana, ya que la luna tarda 28 días en dar una orbita completa alrededor de la Tierra. La influencia de la luna sobre las mareas, las plantas y los animales, etc.  es un hecho comprobado. 

Una de las razones por las cuales desde la antigüedad a la luna siempre se la ha asociado a la mujer, es la de que el ciclo menstrual y el lunar tienen muchos puntos en común. Para empezar, el período de la mujer dura más o menos lo mismo que el lunar (aunque, dependiendo de cada caso, puede estar sujeto a alteraciones), y consta también de cuatro fases: la Menstruación, la Preovulación, la Ovulación y la Premenstruación.   

La Menstruación se asimila a la luna nueva, fase en la que nuestro satélite se encuentra totalmente a oscuras.  En el ciclo menstrual, esta fase equivaldría al período en que el óvulo no fecundado desaparece del cuerpo femenino y el útero queda desierto. 
La siguiente fase es la Preovulación, que se extiende desde el final del sangrado hasta que el nuevo óvulo sea liberado. Esta fase se asocia con el cuarto creciente, ya que el óvulo empieza a formarse y a crecer dentro del útero. Le sigue la Ovulación, que comienza más o menos hacia la mitad del ciclo menstrual. El óvulo ya maduro, implantado en el útero, equivale a la luna llena, dentro del microcosmos femenino. Finalmente, el circulo se cierra con la Premenstruación, relacionada con el cuarto menguante: en esta fase el óvulo va envejeciendo,  hasta extinguirse del todo.


MITOS

Es el ciclo solar con sus cuatro estacionesel que sin duda ha inspirado el mayor número de mitos y leyendas. Desde el folclore hasta la religión, la cantidad de referencias y alusiones al periplo solar es abrumadora.
Dice Grasset d'Orcet en su artículo "John Gilpin, Héros Solaire": 

"...todas nuestras leyendas populares, antiguas fábulas, cuentos infantiles, etc., son, sin excepción, expresiones del mito solar. En otras palabras, son intentos rudimentarios realizados en la infancia de la humanidad, para pintar los maravillosos fenómenos de la aurora, de la salida del sol, de su recorrido en el cielo, su caída al oeste en el mar y su marcha retrógrada durante la noche, para regresar a su punto de partida en el este..."

Mitos como el de  Deméter y Perséfone, o el de Hércules y sus doce trabajos; el ciclo artúrico y la leyenda del Grial; los cuentos populares como Cenicienta o Caperucita Roja, según Grasset d'Orcet, tendrían como trasfondo común el ciclo solar. Los cultos religiosos tradicionales, por mucho que algunos de sus secuaces se esfuercen en negarlo, también serían de origen solar.  Mithra, Horus, y el mismo Jesús no serían más que héroes solares, cuyas vidas representarían el conjunto de pruebas por las que pasa el hombre en su búsqueda de la sabiduría trascendente.







El mito de Las Cuatro Edades del Hombre, recogido por Hesíodo y Virgilio (autores de lectura obligada para un hombre culto de la época de Vivaldi), trata, en cambio, del Gran Año Cósmico, un inmenso ciclo que duraría decenas de miles de años,  y que también se divide en cuatro edades. Comienza con la Edad de Oro, a la que le seguirían la Edad de Plata, la de Bronce y la de Hierro. Mientras que en la Edad de Oro la virtud y la bondad reinan sobre la Tierra, en la etapa final, -la Edad del Hierro-, en lugar de la virtud y la sabiduría,  imperan la maldad y la ignorancia.
 Este mito podría ser antiquísimo: en los Vedas, libros sagrados del hinduismo redactados más de dos mil años antes de Cristo (hay autores que les atribuyen una antigüedad mucho mayor),  el Gran Año Cósmico lleva el nombre de Maha Yuga y las cuatro edades del Hombre se denominan, respectivamente: Krita o Satya Yuga (edad de oro o edad de la verdad). Treta Yuga (edad de plata). Dvapara Yuga (edad de bronce). Kali Yuga (edad de hierro o edad oscura).






 SONETOS

Las partituras de las Estaciones vienen acompañadas por cuatro sonetos atribuidos a Vivaldi, que describen el curso de las estaciones, y por algunas anotaciones del mismo. Las frases de los sonetos se van alternando a cada movimiento del concierto.
La música es descriptiva. En la Primavera,  por ejemplo, el violín solista imita el gorjeo de los pájaros, el agua que brota de un manantial, y otros fenómenos de la naturaleza, descritos en los sonetos. De este modo, el violín solista se las arregla para representar "el murmullo del follaje", los "truenos y relámpagos", e incluso los "ladridos de perros". 

Actualmente es mas bien raro que estos versos recitados se incluyan en la interpretación de la obra. Abajo encontrarán todos los sonetos traducidos al castellano por Ángel Crespo. Cada soneto estará precedido por un cuadro de Archimboldo que representa a cada estación.







La primavera




Llegó la primavera, y los ríentes pájaros la saludan con su canto.

Bajo el soplo del céfiro, las fuentes con dulce son discurren entretanto.

Cubren el aire con su negro manto, nuncios electos, trueno y rayo ardientes.

Callados éstos, las aves silentes tornan de nuevo a su canoro encanto.

Y así, sobre el florido ameno prado, al caro murmurar de la arboleda duerme el cabrero con su can al lado.

Pastor y ninfas, en la choza amada, danzan al son de la zampoña leda en esta Primavera iluminada.










El verano


Bajo dura estación que el sol enciende -mustios hombre y rebaño-, arde el pino.



Suelta el cuco la voz; cuando la entienden, la torcaz canta y da el jilguero un trino Céfiro dulce sopla, mas la emprende Bóreas, sin tardar, con su vecino. Llora el zagal, pues temeroso atiende una fiera borrasca y su destino.



Roba a sus miembros laxos el reposo del relámpago el miedo, y truenos fieros y de las moscas el tropel furioso. ¡Ah, que son sus temores verdaderos! Truena y fulmina el cielo y, granizoso, desmocha los trigales altaneros.







               





El otoño



EI rústico, con bailes y con cantos, celebra la vendimia y su alborozo del licor de Baco encendidos tantos terminan en el ensueño su gozo.



Se entregan a los bailes y los cantos, al aire que, templado, da alborozo, a la estación, que está invitando a tantos de un dulcísimo sueño al bello gozo.



Cazadores al alba van saliendo con cuernos, escopetas y jaurías.



Huye la fiera, mas la van siguiendo; pasmada y laxa por la algarabía de escopetas y perros, va muriendo herida, y amenaza todavía.















El invierno





Entre la nieve, tiritar helado al severo soplo de hórrido viento, correr, siempre los pies en movimiento castañear cuando el hielo es extremado.



Los días quietos, ir del fuego al lado mientras fuera la lluvia moja a ciento; caminar sobre el hielo a paso lento; por temor de caer, ser avisado.



Ir firme, resbalar, caerse al suelo, levantarse, corriendo presuroso sin que se rompa y resquebraje el hielo. Sentir que del cerrado calabozo Bóreas, Siroco y todos alzan vuelo. Esto es Invierno, pero traiga gozo.






                       el Canario







2 comentarios:

  1. Qué tal Canario. Buen artículo para esperar la primavera, mientras vamos también preparando la tierra para la próxima cosecha.

    No nos olvidemos de las Cuatro Estaciones Porteñas de Piazzolla.

    Abrazo!

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    1. Gracias Frodo. No las conocia. Las voy a escuchar! Un abrazo

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