sábado, 26 de abril de 2025

(IV) Simone Sorini. Dante y los Fieles de Amor


                                                    

                





"Y, ¿Quién es la Dama? ¿Quién es esa Dama a la que Guiraud de Borneilh llama «Luz verdadera», de la que Guillaume de Poitiers nos dice: «Sólo por ella seré salvado», y a la que Uc de Saint-Circq invoca en estos términos: «Tomad mi vida, Dama de difíciles mercedes, con tal de que me concedáis que por vos hacia el cielo vaya»? En resumen: en modo alguno una mujer de carne y hueso (incluso si la inspiración de los poetas ha nacido a la vista de mujeres bien reales), sino una Dama simbólica, que reina en uno de esos «castillos del alma» de que hablarán más tarde los místicos españoles."

Gérard de Sède, "El tesoro cátaro"


"No es mi intención seguir las distintas manifestaciones que la Sabiduría personificada en mujer tuvo en el gnosticismo ni profundizar qué relaciones pudieron legar los avances del movimiento gnóstico al movimiento de los “Fieles de Amor”. Me limito a constatar que la personificación de la Sabiduría Santa en una mujer era cosa muy común en todos los ambientes místicos y de derivación más o menos directamente neoplatónica, tanto en Oriente como en Occidente." 

Luigi Valli, "La mujer-sabiduría en Dante y los Fieles de Amor"
 

                                                    
“Radiante e inmarcesible es la Sabiduría. Fácilmente la contemplan los que la aman y la encuentran los que la buscan. Pues ella misma va por todas partes buscando a los que son dignos de ella; se les muestra benévola  en los caminos y les sale al encuentro en todos sus pensamientos." 

Sabiduría, 6.19-20





Los griegos rendían culto a una divinidad que personificaba la Sabiduría, y que tuvo un papel fundamental dentro de la filosofía helenística y su religión, así como en el neoplatonismo, gnosticismo, cristianismo ortodoxo, y en el cristianismo esotérico. Se trata de Sofía, que pasó del panteón de los dioses paganos al santoral católico tras la llegada del cristianismo.

         

Autores como Gabriele Rossetti, Gérard de Sède, Luigi Valli, o Francesco Pérez, entre otros, aseguran que la Dama, ese ideal de los caballeros y trovadores de la antigüedad, no era más que la representación simbólica de algo mucho más profundo: la Sabiduría, o Inteligencia espiritual, en contraposición a la inteligencia asociativa del pensamiento. La primera, según ellos, sería de carácter divino y atemporal, mientras que la segunda se asemeja a una máquina calculadora: exacta, pero muy limitada. La primera, ilumina y eleva al hombre (no por casualidad el nombre "Beatriz" deriva del latino Beatrix, a saber, "Dispensadora de beatitud"). La segunda, sólo le puede ser útil como herramienta en el vivir cotidiano, pero a condición de que esta no pretenda regir esferas más profundas. 

Tras estas breves consideraciones acerca de la noción de  "Dama" en el Amor Cortés y el Stil Novo, vamos con el cuarto y penúltimo video escrito y narrado por Simone Sorini, sobre Dante y los Fieles de Amor:




Ocurre a menudo, en el laberinto ilusorio de las narraciones stilnovistas, que el poeta se enamora de otra mujer (recordemos las frecuentes peticiones de las que hablábamos antes sobre la verificación de la fidelidad amorosa que los fieles se enviaban unos a otros), y lo primero que hace es redactar y transmitir al grupo un relato de los acontecimientos, completado con descripciones detalladas de las aventuras y virtudes de su nueva amada, relato que, se especifica, debe ser leído... ¿adivinen por quien? Por su Madonna y las demás Mujeres; presumiblemente su esposa y todas sus amigas.
 
Un momento... ¿lo hemos entendido bien? El poeta se enamora, engaña a su mujer y le envía un soneto, - avergonzándola así con sus amigas - en el que canta los estupendos atributos de su aventurilla.  Pero, ¿es posible tal cosa? Es obvio que no. 
Por tanto, es evidente que hay muchas cosas que se nos escapan.

      


Escuchemos ahora este soneto "administrativo" (*) de Cavalcanti que, habiendo viajado a Toulouse por negocios no especificados, como realmente sucedió, se concede esta aventura con una bella joven tolosana. No es casualidad que tal cosa ocurriera en Toulouse, ya que en aquella época esta ciudad era considerada una auténtica guarida de herejes:
 
Una giovane donna di Tolosa, / bell'e gentil, d'onesta leggiadria, / è tant'e dritta e simigliante cosa, / ne' suoi dolci occhi, della donna mia, 
// che fatt' ha dentro al cor disiderosa / l'anima, in guisa che da lui si svia / e vanne a lei; ma tan'è paurosa, / che non le dice di quel donna sia.

Una joven dama de Tolosa,
bella y gentil, de honesta gracia,
es tan derecha y semejante cosa
en sus dulces ojos a la dama mía,

que ha hecho en el corazón deseosa
al alma, de modo que de él se desvía
y va a ella; pero es tan temerosa
que no le dice de cuál dama se trata.



Recapitulando, ¿cuáles serían las palabras clave de la jerga amatoria que los poetas italianos emplearon a principios del siglo XIV? Valli, siguiendo la intuición de Rossetti, elaboró un verdadero glosario, que nos permitiría descifrar todas las extrañas composiciones poéticas de enigmático sujeto amatorio.
 La palabra Amor, por ejemplo, designaría tanto al propio grupo como al líder de la congregación, cuya autoridad puede reconocerse, al menos en una fase temprana, en la figura de Guido Cavalcanti.
 La mujer o Madonna representaría la Sabiduría Divina, la doctrina original de Cristo, no corrompida por la Iglesia laica de Bonifacio VIII.
El grupo de mujeres, por su parte, representaría a los Fieles de Amor, la hermandad de los iniciados, que se reúnen en tiempos y modos determinados con arreglo a las distintas ciudades italianas y transalpinas.
Los extraños comportamientos de estas mujeres no expresan otra cosa que las costumbres rituales de los diferentes grupos; y en este sentido, la mujer, o, las mujeres que se parecen a «la Donna Mia» del poeta serían evidentemente otros grupos con los que el adepto entra en contacto.
 La piedra o Petra, y la iglesia corrupta de Bonifacio VIII que la tiene y mantiene enterrada la verdadera doctrina de Cristo.

                       


Entre los muchos Fieles, como Lapo Gianni, Cecco d'Ascoli y Cino da Pistoia, en cuyas obras no se encuentra una sola rima que no presente claros signos de criptografía, hay que mencionar especialmente a Francesco da Barberino, a quien debemos una especie de manual de los Fieles de Amor: el tratado «Documentos de Amor», hoy conservado en tan sólo dos copias manuscritas ilustradas por él con espléndidas miniaturas y dibujos. Una especie de jeroglíficos iniciáticos, que tal vez ahora estaríamos en condiciones de descifrar. Escuchemos algunos breves pasajes:


Questo lamento è di  cotal natura / che non si può intender dalla gente / che non ha sottil mente.

Este lamento es de tal naturaleza que no puede ser entendido por la gente sin una mente sutil. 

Però girai parlar così vestito (**) / Tra lor che tu ben sai / che non ti inteser mai.

Pero empecé a hablar así ataviado / Entre los que tu sabes / que nunca te han entendido.

Io sono Amor in nova forma tratto / e se di sotto da me riguardrete / l'ovre ch' io faccio in figure vedrete.


Soy Amor en 
nueva forma  concebido/ Si me miráis detrás de la apariencia / veréis todas mis obras en figuras





         
     Simone Sorini



Capitulo siguiente: (V)



(*) "Soneto administrativo": no se me ocurre otra cosa, en el contexto en que se encuentra,  que atribuir a esta expresión un significado irónico. 

(**) Escondido, oculto, según Valli 




                            







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