jueves, 22 de junio de 2017

El Enamoramiento en Cinco Canciones




Cinco canciones que retratan la fase inicial del enamoramiento. Aquella en  la que una  persona, en muchos casos completamente desconocida, emerge de la multitud anónima para convertirse  en el centro de nuestro universo.





Parece ser que es con un golpe de vista, con un encuentro de miradas, que se produce el primer chispazo del enamoramiento. Es por eso que empecé este post con esta hermosa canción de Maná y Juan Luis Guerra, Bendita tu Luz.

Alguien definió el enamoramiento como un estado de enajenación mental transitorio, y lo cierto es que todo apunta a que sea así: en el enamoramiento predominan la ilusión, la apariencia, la idealización sobre la realidad objetiva. Proyectamos en el otro la imagen de lo que creemos necesitar afectivamente, y ya no lo vemos a él: sólo vemos esa imagen creada por nuestra propia mente, que eclipsa lo que realmente es.

Dirán, al leer esto, que no creo en el amor, palabra por demás muy compleja, que posee múltiples acepciones, desde la del amor meramente afectivo a la del llamado Amor Universal. Pero como ahora estoy hablando de algo muy humano, el amor en el ámbito de la pareja, dejaré a un lado asuntos más trascendentes como eso del Amor Universal.
Yo si creo que, aparte del espejismo llamado enamoramiento existe algo más: el cariño lleno de atención, la unión profunda, la simbiosis física y emocional... y a eso si le llamaría amor. 

Pero el tema de este post es el enamoramiento en cinco canciones. Así que.... cual es la siguiente?








Nos encontramos con esta joya compuesta y cantada por el beatle gris, George Harrison, que expresa muy bien el efecto de ese flechazo del que hablábamos antes: el cóctel de endorfinas, dopamina, oxitocina y adrenalina ya se ha disparado en la sangre, la exaltación es máxima, la euforia se extiende a todas las áreas de la vida y las relaciones sexuales crecen en número e intensidad. Acumulamos horas y horas de conversaciones y de encuentros. La compenetración es total, la comunicación fluida y las declaraciones de amor  se suceden incesantemente.  En el cerebro del sujeto se desencadena una verdadera tormenta hormonal, que altera profundamente su percepción de las cosas.

Esa percepción a menudo se parece a la de alguien que está en éxtasis, o en estado de gracia: 



"Había campanas en la colina
Pero nunca las oí repicar
No, nunca las había oído para nada
Hasta que estuviste tú.

Había pájaros en el cielo
Pero nunca los ví volar.
No, nunca los ví para nada
Hasta que estuviste tú.

Y había música y hermosas rosas
Una dulce fragancia en los prados y el rocío del amanecer

Había amor alrededor
Pero nunca lo oí cantar
No, nunca lo había oído para nada
Hasta que estuviste tú

Y había música y hermosas rosas
Una dulce fragancia en los prados y el rocío del amanecer

Había amor alrededor
Pero nunca lo oí cantar
No, nunca lo había oido para nada
Hasta que estuviste tú"





Este precioso tema, titulado Till There Was You, compuesto por Meredith Wilson en los años '50, fue versionado por muchos artistas, entre los cuales figuran los Beatles. Me ha gustado mucho la versión de esta chica, Laura Fygi, a la que acabo de descubrir.

La letra es para mi una de las mejores descripciones de la maravilla y del asombro que nos asaltan ante la belleza de todo lo que nos rodea, belleza que de pronto se nos hace perceptible gracias a la presencia o al simple recuerdo de esa persona que nos ha cautivado. 


Pero no siempre el enamoramiento trae consigo estados de dicha y de gozo tan gratificantes: una característica del enamoramiento es la obsesión, que a menudo traspasa los límites de lo patológico, como efecto del tsunami químico que ese estado emocional genera.  Esta conducta obsesivo-compulsiva, que en otros aspectos de la vida sería considerada como una perturbación mental, en  la relación de pareja suele estar bien vista: se la valora como un signo de  amor verdadero, y se la reviste de un cariz romántico. Así nos lo cuenta Lucio Battisti, ese poeta de la canción italiana:









"Yo trabajo y pienso en ti, 
me voy a casa y pienso en ti, 
Yo la llamo por teléfono y  
pienso en ti.

¿Cómo estás? y pienso en ti, 
¿A dónde vamos? y pienso en ti, 
Le sonrío,  bajo mis ojos 
y pienso en ti.

No se donde  ahora estarás, 
ni lo que haciendo estás, 
pero sí sé 
lo que tu estás pensando.

Es demasiado grande la ciudad 
Para dos como tu y yo,  que 
no esperan, pero que 
se están buscando.

Se hace tarde, y pienso en ti, 
te llevo a casa, y pienso en ti, 
No he sido  muy divertido 
y pienso en ti.

Estoy a oscuras y pienso en ti, 
cierro los ojos y pienso en ti, 
yo no duermo y pienso en ti." 


Otra canción, la última, que he elegido para expresar musicalmente este estado de gracia que se experimenta durante el período del enamoramiento, es este Unforgettable, interpretado por Nat King Cole. Una hermosisima canción escrita por Irving Gordon, y versionada por decenas de intérpretes famosos.










Todos caemos alguna vez en ese estado de enajenación transitoria, pero según las investigaciones sobre bioquímica y funcionamiento hormonal, al año y medio o dos años, nuestros parámetros biológicos vuelven a la normalidad. Las endorfinas se reajustan a los niveles iniciales y comenzamos a descubrir que estamos con una persona nueva, desconocida, diferente, con sus posibilidades y sus limitaciones (limitaciones que el enamoramiento no nos había permitido descubrir).  Y entonces llega el momento de la verdad... el final de una relación que en realidad fue desde su comienzo el resultado de un estado alterado de nuestro cerebro, semejante al que producen ciertas drogas, o el afianzamiento del amor, si este existía ya tras ese fenómeno tan intenso como pasajero llamado enamoramiento.



                                            Juan Carlos



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