jueves, 15 de febrero de 2018

El Sonido de la Creación






Nigel Stanford no es nuevo en este blog: ya lo trajo K. Morgan con la reseña sobre el disco "Solar Echoes". Es con Nigel Stanford que abrimos este post en el que hablaremos de una máquina capaz de mostrar la forma de los sonidos, de un científico japonés que convierte en cristales tanto sonidos como sentimientos. Y finalmente hablaremos del sonido primordial, aquel del que se originó, según diversas tradiciones, la creación del universo. 










" Si quieres descubrir los secretos del universo, piensa en términos de energía, frecuencia y vibración. "

 Nikola Tesla


Si se han fijado en el vídeo de cabecera, mientras suena la música de Nigel Stanford, se ven unas planchas metálicas sobre las cuales se mueve lo que parece ser arena o limaduras de hierro, tomando distintas configuraciones al compás de la música. También hay otros efectos curiosos, como chorros de agua que serpentean al ritmo de la batería, etc.

Hace unas décadas, un investigador suizo, el dr. Hans Jenny, creó un instrumento llamado tonoscopio, con el que se pueden observar las formas que producen los sonidos. Al enviar señales sonoras a distintos tipos de materiales sólidos reducidos a partículas, y también a diferentes clases de fluidos, colocados sobre una membrana o una placa metálica, se podía apreciar con claridad cómo esas partículas o fluidos se ordenaban en cierta forma, siempre la misma, según la frecuencia y la intensidad del sonido que se emitiera. Además de esas formas, cada señal sonora producía en la sustancia objeto del experimento un tipo peculiar de vibración o movimiento.


Al enviar tales vibraciones a burbujas, arcilla líquida, arena y a varias clases de liquidos, cada tono formaba distintas formas geométricas, globos, figuras parecidas a las de los cristales, e incluso a las de galaxias con su movimiento en espiral.



Estos experimentos demostraron la profunda relación que existe entre sonido y forma.


Recordando la famosa frase de Platón, "Dios geometriza", vamos a penetrar en lo que para muchos filósofos de la antigüedad era el lenguaje divino, el idioma de la naturaleza. 

Un pequeño examen de la estructura y del desarrollo de las cosas y de los seres vivos, nos mostrará que en la naturaleza existe una repetición constante de ciertos patrones numéricos y geométricos. Desde el caracol a la ola que se forma en el océano, desde las galaxias a los remolinos que forma el viento, todo obedece a unos patrones básicos.

El experimento arriba expuesto nos muestra que cada sonido se corresponde a un patrón geométrico. 


¿Y si el sonido estuviera en el origen de todo? Los Vedas hindúes señalan la sílaba Oṃ como verbo creador del cosmos. Y la Biblia dice que en el principio era el Verbo. Se repite la relación entre la palabra y la creación.



Algunos creen que la Palabra Creadora fue emitida por Dios, otros que simplemente fue el estruendo de la detonación primigenia, el Big Bang... Aunque hay que tener presente que el sonido no se puede propagar en el vacío; pero tal vez aquí se trate de otra clase de sonido, más sutil y etéreo.


Otra interesante experiencia relacionada con el lenguaje de la naturaleza, es la del doctor Masaru Emoto. En 1994 Emoto tomó algunas muestras de una fuente de agua pura en Japón; congeló unas pocas gotas, las examinó con un microscopio electrónico y las fotografió. Las fotografías mostraron hermosos hexágonos cristalinos parecidos a copos de nieve. 






Emoto entonces recogió muestras de agua de un río contaminado, la congeló, la fotografió y comprobó que la imagen que aparecía en ellas no era un hermoso hexágono, sino una figura amorfa. 

Después de repetidas y rigurosas pruebas, Emoto llegó a la conclusión de que el agua no sólo reacciona así con las sustancias químicas, sino que también es sensible a los sentimientos,  pensamientos y palabras. Y a la música.

El sistema de experimentación es siempre el mismo: Emoto, tras exponer el agua a una pieza musical, por ejemplo, la congela hasta que cristalice. Una vez que ha cristalizado la examina al microscopio: esa agua ha desarrollado unos cristales organizados de forma muy diferente a la que no ha sido expuesta a la música.

Si los cristales de agua cambian de forma ante cualquier mensaje,  realmente nos encontramos ante un descubrimiento espectacular porque, entre otras cosas, nuestro cuerpo está compuesto por más de un 60% de agua.





 
Todo es vibración, y la vibración, con arreglo a su grado y frecuencia, genera las diferentes formas, sugiere Emoto. Nosotros mismos estamos vibrando constantemente. Cada molécula, célula, tejido, órgano, glándula, hueso y fluido de nuestros cuerpos tiene su propio coeficiente de vibración.








El otro día, pensando en esto, lo relacioné con los mantras de los Vedas hindúes. Un mantra según ellos es un fonema o conjunto de fonemas sagrados, cuya existencia se remonta a la creación. Hay gruesos tomos en las bibliotecas de las lamaserías tibetanas, y otros monasterios budistas, repletos de enseñanzas sobre el sonido, las propiedades y el uso de cada mantra. En el experimento del video que viene a continuación alguien entona el mantra Oṃ, el más sagrado de todos los mantras, y vean lo que sucede: 






Pero qué es la sílaba Oṃ


Veamos lo que significa según el hinduismo, el shivaísmo y otras formas de espiritualidad.
Oṃ, o Auṃ (ॐ) es el mantra supremo de las religiones dhármicas, entre las que se encuentran el hinduismo y el budismo.


Oṃ en el hinduismo es el símbolo de lo trascendente. Expresa la unión con la divinidad, la integración de lo físico con lo espiritual. Es la sílaba sagrada, la primera palabra del Todopoderoso, el sonido del que emergen todos los demás sonidos.
En la moderna teoría del Big Bang sería el estallido primordial del cosmos. Oṃ es la vibración primera de donde proviene toda la creación, que se traduce en Oṃ en su expresión audible
En las Upanishad esta sílaba sagrada aparece como la base de cualquier otro mantra.
De acuerdo a la Taitiriia-upanisad, Prayapati (otro nombre del dios creador Brahma) meditó en las tres letras del mantra Oṃ (A, U y M) y de ahí surgieron los tres Vedas (el Rig, el Sama y el Átharva), y también las tres palabras bhūr (Tierra), bhuva (atmósfera) y suah (cielo).

La sílaba Oṃ también representa la Trimurti, la trinidad  de Brahma, Vishnú y Shiva.
Según los shivaístas, el 
sonido Oṃ fue producido por  Shiva al golpear su tambor, y de él a su vez salieron las siete notas de la octava musical, es decir: sa, re, ga, ma, pa, dha, ni. por medio de este sonido, Shiva crea y destruye periódicamente el universo.





Oṃ es asimismo la forma sonora del atman (alma o Dios).


Las Upanishad declaran que todo lo existente está sometido a esta sílaba mística. Los hinduistas creen que el mantra Oṃ es eficaz para enmendar los errores y purificarse del mal Karma. La asidua meditación en este fonema sagrado nos conduciría al moksha (liberación espiritual). Casi todos los rezos y lecturas sagradas son precedidos por la declamación del Oṃ. 


Algunos investigadores y esoteristas encuentran una posible sinonimia entre la palabra sánscrita Oṃ y la palabra hebrea אמן (Amén).



   



                              el Canario









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