viernes, 3 de noviembre de 2017

Redbone - We were all wounded at "Wounded Knee" (1973)




Yo solía escuchar las listas de éxitos en un  pequeño transistor allá por los años setenta, y recuerdo que esta fue una canción que me impactó muchísimo desde que empezó a sonar en España. Ellos se convirtieron enseguida, para mi, en los Crosby, Stills, Nash  & Young indios. Me parecía fantástica la amalgama de rock y música sioux que proponían. Y la canción... no era la típica canción ligera que en poco tiempo se olvida. Se trata de un tema con un gran trasfondo histórico,  que nos pide que no permitamos que nunca se olvide lo que ocurrió cierto día en Wounded Knee...







Tema: We were all wounded at Wounded Knee
Artista: Redbone
Año: 1973
Género: pop rock, étnico
Duración: 3:17
Nacionalidad: norteamericana




Alineación:
Lolly Vegas / lead guitar, electric sitar, leslie guitar, vocals
Tony Bellamy / rhythm guitar, wah wah guitar, piano, vocals
Pat Vegas / bass, fuzz bass, vocals
Butch Rillera / drums, background vocals












"Nos hicieron muchas promesas,
pero nunca cumplieron con su palabra.
Nos acorralaron como búfalos,
nos condujeron como una manada.
Y finalmente, en la reserva donde buscamos nuestra supervivencia,
fuimos exterminados por el Séptimo de Caballería"






En algunas ocasiones, cuando creo que merece la pena, prefiero dedicar toda una reseña a una sola canción.
Este es el caso del tema del que me ocuparé ahora, We were all wounded at Wounded Knee, del grupo Redbone, una banda de pop rock de los años '70, con una fuerte componente étnica. 

Redbone estaba integrado por músicos de varias procedencias raciales (como la yaqui, la shoshone y mejicana), y su repertorio incluía desde el Cajún (música popular de Louisiana), el country western y el R&B, a los ritmos latinos y la música tradicional de las tribus nativas.







En esta canción en concreto, Redbone adopta un sonido y unas reivindicaciones netamente sioux; su ritmo de tambores evoca al de las danzas de guerra de esta tribu. Los coros del estribillo suenan como los cantos de sus chamanes o de sus guerreros. Su texto está inspirado en la matanza de los indios Lakota Sioux, ejecutada por el 7° Regimiento de Caballería en Wounded Knee.

La masacre de Wounded Knee tuvo lugar el 29 de diciembre de 1890, cerca del arroyo que lleva ese nombre, dentro de los términos de la reserva india de Pine Ridge, en Dakota del Sur. El día anterior al de  este funesto acontecimiento, un destacamento del 7º de Caballería, a las órdenes del mayor Samuel Whitside interceptó a un grupo de indios lakota cerca del pico Porcupine Butte y lo escoltó durante ocho kilómetros hasta las márgenes del arroyo, donde les hicieron acampar. Poco después llegó el resto del 7º de Caballería, que estaba bajo el mando del coronel James W. Forsyth, pretendiendo que los Sioux  les entregaran todos sus rifles. Desafortunadamente aquello no fue muy del agrado de los nativos; hubo un intenso tiroteo, en el cual,  al menos 150 miembros de la tribu lakota perdieron la vida y otros 51 resultaron heridos; algunas fuentes afirman que los indios muertos serían realmente unos 300, de los cuales más de 200 eran mujeres y niños.​ También murieron 25 soldados del 7º de Caballería y otros 39 acabaron heridos. Veinte miembros de dicho regimiento fueron condecorados con la Medalla de Honor por su intervención en aquella matanza. En el año 2001, el Congreso Nacional de Indios Americanos aprobó dos resoluciones condenando la entrega de esas medallas y pidió al gobierno estadounidense que las retirara.​ El lugar de la masacre fue declarado  Paraje Histórico Nacional.





 Lo ocurrido en Wounded Knee tiene un precedente: Little Bighorn. Dice la wikipedia:

"La batalla de Little Bighorn fue un enfrentamiento armado entre las fuerzas combinadas de las tribus Lakota, Cheyennes y Arapajó contra el 7º Regimiento de Caballería del Ejército de los Estados Unidos. La batalla tuvo lugar los días 25 y 26 de junio de 1876, cerca del río Little Bighorn, en el territorio de Montana, y fue la acción más destacada de la Guerra de Black Hills de 1876.

El enfrentamiento resultó en una victoria aplastante de la coalición india, que estuvo liderada por varios destacados jefes tribales como Caballo Loco y Jefe Gall, inspirados por las visiones de Toro Sentado. El 7° de Caballería era una fuerza de unos 700 hombres liderada por el teniente coronel George Armstrong Custer que, a pesar de contar con rifles modernos, sufrió una total derrota ante un enemigo superior en número. Cinco de las doce compañías que lo componían resultaron aniquiladas, Custer cayó muerto, así como dos de sus hermanos, un sobrino y un cuñado. Las bajas estadounidenses fueron 268 muertos y 55 heridos,​ entre ellos seis exploradores indios al servicio del ejército."

 Se comprenderá que el Séptimo de Caballería no le perdonaría nunca a los sioux y compañía esa tremenda derrota, y sólo esperaba la ocasión oportuna para resarcirse.





La canción, que denuncia esta masacre e insta al pueblo Sioux a levantarse por su independencia (de hecho, existe una autoproclamada República de Lakota, que en la práctica, como ocurre con Cataluña en España, no es independiente, pero si goza de una holgada autonomía), tuvo mucho más éxito en el extranjero que en su propio país; En Europa se colocó en los primeros puestos de los Hit Parade, e incluso llegó a ocupar el número 1 en Bélgica.

Sin embargo, en Estados Unidos tuvo bastantes problemas, ya que ponía en entredicho el proceder de los primeros colonos que poblaron Norteamérica, que, hasta ese momento, habían sido considerados como héroes por el americano medio.  Al tratarse de un asunto tan delicado, las autoridades impidieron inicialmente su lanzamiento, y cuando al fin se publicó, la canción sufrió el boicot de muchas emisoras de radio norteamericanas.  






En la actualidad, los Hunkpapa, los Blackfeet, y la tribu de Standing Rock  constituyen la Gran Nación Sioux. Prácticamente desterrados en reservas,  ubicadas en unos territorios inhóspitos y semidesérticos, viven  casi únicamente del turismo y de los casinos, que, dentro de sus reservas, están permitidos.

Leo en un artículo de Pablo Pardo publicado en El Mundo: 



"Todo Standing Rock tiene un aire de pobreza desolador: los alcohólicos tumbados en medio de las calles de casas prefabricadas a las 11 de la mañana; el triste casino de Grand River, a apenas 10 minutos en coche de las tumbas de Toro Sentado y Sacagawea; las personas de apenas 50 años que parecen de 80 por los estragos de la metanfetamina, la droga de los pobres de las zonas rurales de EEUU; y hasta las carreteras de rectas kilométricas que van de ningún sitio a la nada."

La reserva india de Standing Rock, en Dakota del Norte y del Sur, es casi tan grande como Asturias pero sólo tiene 8.000 habitantes.



                           Danza de la guerra de los indios lakota


Les dejo con un excelente artículo en el que se hace un interesante resumen de la historia y de la situación actual de los sioux:



El éxodo de las tribus amerindias
UN LARGO SENDERO DE LÁGRIMAS
Muy Historia
28 Jun 2017
Por Fernando Cohnen, periodista






"Las llanuras y los campos fueron creados sin límites ni demarcaciones, y no debemos ser nosotros quienes se los pongamos. Veo cómo los hombres blancos ganan riqueza por doquier y veo también su deseo de darnos las tierras que carecen de valor”, escribió el jefe Joseph, de la tribu nez percé, a finales del siglo XIX, cuando Estados Unidos ya había concluido la conquista de todos los territorios indios y había internado a los nativos supervivientes en reservas de tierras yermas, donde la agricultura y la ganadería apenas podían prosperar.

El triste final de las tribus autóctonas comenzó con el Tratado de París de 1783 que dio lugar al nacimiento de Estados Unidos. Cuatro años después, el nuevo Congreso estadounidense aprobó una ordenanza para la creación del Territorio del Noroeste, una inmensa región habitada por unos 45.000 nativos que incluía territorios de los actuales Estados de Ohio, Indiana, Michigan, Illinois, el nordeste de Minnesota y Wisconsin.

Esta ordenanza, que marcó la posterior política de expansión de Estados Unidos, obligaba a los colonos a mostrar la máxima buena fe respecto a los indios. “Su territorio y sus propiedades nunca les serán arrebatados sin su consentimiento y, dentro de los límites de su propiedad, sus derechos y su libertad nunca serán invadidos o perturbados”. La Historia demostró el cinismo de aquellas buenas palabras.

Con el Tratado de Greenville (1795), comenzó el traslado forzoso de las tribus miami y shawnee de Ohio a Indiana.

Ocho años más tarde, cuando Estados Unidos compró Luisiana a los franceses, los shawnees al mando de Tecumseh se rebelaron, aunque fueron derrotados en 1813. Meses después, los miembros de esta etnia firmaron un tratado en el que se les reconocía como nación si se comprometían a ayudar a Estados Unidos frente a los intentos de Gran Bretaña de inmiscuirse en la zona. Pero Washington incumplió el tratado.



EL TRASLADO FORZOSO AL “TERRITORIO INDIO”. 

Con el objetivo de desestabilizar el poder de la nueva nación, los españoles habían estado ayudando a las tribus seminola y creek y a los esclavos negros a instalar poblados al otro lado de la frontera de Florida, lo que inquietó a las autoridades estadounidenses. En 1812, Andrew Jackson, al mando de la milicia de Tennessee, fue enviado al sur de Alabama para reprimir una insurrección de indios creeks, que finalmente tuvieron que ceder dos terceras partes de sus tierras a Estados Unidos. La batalla final de Horseshoe Bend (1814) desencadenó otro de los grandes traslados forzosos de indios.

La guerra terminó en 1819 con la venta de la Florida española a Estados Unidos, cuyo gobierno se comprometió a respetar los derechos de los indios, una promesa que fue incumplida sistemáticamente. Fue entonces cuando el presidente estadounidense James Monroe esbozó la política expansionista de su país y los planes de exclusión de las tribus nativas. Según Monroe, la sumisión de los nativos significaba la pérdida de sus derechos políticos, ya que pasaban a ser un pueblo asimilado que debía aprender los usos y costumbres de la nueva nación. El Congreso estadounidense aprobó en 1830 la Ley de Traslado Forzoso de los Indios (IndianRemovalAct). Los primeros afectados fueron los cheroquis, seminolas y creeks, que fueron enviados a la fuerza al Oeste.

En aquellos años surgió el concepto del “Territorio Indio”, una región situada en el actual Estado de Oklahoma que iba a convertirse en un gueto natural para los indios desplazados. La primera medida que tomó Jackson al llegar a la Casa Blanca en 1832 fue contra los intereses de los cheroquis, en cuyas tierras se descubrió oro. El Gobierno les ofreció 4,5 millones de dólares para que aceptaran el traslado, una propuesta que fue rechazada por el consejo de la Nación Cheroqui. En la primavera de 1838, el ejército comenzó entonces a acosar a las tribus asentadas en Georgia, Carolina del Norte y Alabama.

Al llegar el otoño, los soldados del general Winfield Scott concentraron a los nativos en campos de internamiento y desde allí los trasladaron al oeste del Territorio Indio. Los cheroquis tuvieron que recorrer más de 1.200 km, la mayoría a pie y sin apenas abastecimientos para su sustento. Uno de cada cuatro murió de frío, hambre o enfermedad durante aquel éxodo invernal, que pasó a ser conocido entre ellos como el Sendero de Lágrimas (TrailofTears), aunque es probable que esa expresión naciera siete años antes para describir el traslado forzoso de la Nación Choctaw (1831).



La mayoría de los políticos americanos veían a los nativos como un molesto estorbo para la expansión del país hacia el Pacífico. A nadie parecía preocuparle que hubieran perdido su libertad de movimiento y malvivieran en reservas ubicadas en territorios áridos que dificultaban el cultivo y la caza. A ese desdén se añadió el fuerte crecimiento de la población estadounidense entre 1810 y 1850, que pasó de 7 a 23 millones de habitantes. Fue un momento de expansión vertiginosa en el que se produjeron las migraciones masivas de buscadores de oro hacia Montana, Nevada, Kansas, Nebraska y California.

A pesar del desprecio con que fueron tratados por los blancos, los cheroquis y otras tribus amerindias tuvieron a su lado a Jeremiah Evarts, también conocido por su apodo, William Penn, un misionero cristiano y activista que luchó con denuedo a favor de sus derechos. Evarts era el editor de The Panoplis, una revista mensual donde publicó en torno a 200 ensayos, algunos de los cuales se centraron en la defensa de las tribus indias y en contra de la ley que permitía el traslado forzoso de los nativos de sus tierras a otras lejanas. Sus esfuerzos fueron en vano.



EXPULSADOS POR LOS COLONOS (Y LA CODICIA). 

Los colonos penetraron en miles de caravanas en los territorios indios de Georgia, Carolina del Norte, Alabama... Luego llegaron en masa a Oregón, lo que provocó el destierro de más tribus al Territorio Indio. El ferrocarril fue la puntilla para las tribus nativas, ya que supuso la aniquilación de las grandes manadas de bisontes, su recurso más preciado. En las vastas regiones sureñas que habían pertenecido a la Corona española y que en 1821 pasaron a México, los apaches, comanches y navajos también se toparon con la presión colonizadora de los estadounidenses.

La fiebre del oro en California, a finales de 1849, atrajo de golpe a más de 40.000 personas que entraron en los territorios indios. La población de California paso de 14.000 habitantes en 1849 a 200.000 en 1852. Fue el inicio de otra espiral de violencia que provocó dos décadas después las llamadas Guerras Indias. Algunos guerreros trataron de frenar aquella marea humana, pero su esfuerzo fue inútil. Los blancos les contagiaron enfermedades para las que no tenían defensas y la violencia y la hambruna hicieron el resto. La población indígena cayó en picado.

El gobernador de Oregón impulsó en 1855 el Tratado de Stevens para definir las fronteras del territorio de los indios nez percé ( unos 4.000 individuos), que renunciaron a una parte de sus dominios para mantener la paz. Pero el descubrimiento de oro en la zona hizo que el Gobierno convenciera a varios grupos de nez percé para que aceptaran un nuevo tratado que reducía todavía más su territorio

Fue la gota que colmó el vaso. Algunos líderes decidieron enfrentarse a los estadounidenses. Uno de ellos, el jefe Joseph, infligió severas derrotas a la caballería estadounidense, pero finalmente dio con sus huesos en una mísera reserva. Nunca volvió a su amado Wallowa Valley, en Oregón.



HUMILLACIONES 
E  INCUMPLIMIENTOS SIN FIN. 

En 1866, el Congreso de Estados Unidos aprobó una Ley de Derechos Civiles que garantizaba la igualdad ante la ley a todas las personas nacidas en el país, salvo a los indios. Washington decidió que debían integrarse en la sociedad moderna, pero les negaron los derechos civiles. A esa humillación se añadieron otras. Uno tras otro, los tratados que firmó el Gobierno con las tribus indias fueron incumplidos ( entre 1778 y 1871 se firmaron más de 300). Tras múltiples encuentros sangrientos, un grupo de sioux se entrevistó con el coronel George Armstrong Custer. Le dijeron que el padre blanco ( el presidente de Estados Unidos) tenía que retirar de sus praderas el “caballo de hierro” que lanzaba humo y corría encima de raíles, porque espantaba a las manadas de bisontes.

En aquel entonces (1867) se tendían las vías férreas de la línea Union Pacific a través de la Nebraska occidental. Algunos funcionarios de Washington pensaron que la solución más sensata para el problema indio era dejarlos tranquilos en las Colinas Negras a cambio de una paz duradera. Tras vacilar durante varios meses, el Departamento de Guerra impartió la orden de abandonar aquellos territorios en julio de 1868, pero pocos años después comenzaron los rumores de que esas tierras contenían yacimientos de oro. En 1876, Toro Sentado y Caballo Loco desenterraron el hacha de guerra cuando los burócratas de Washington les conminaron a irse de las Colinas Negras para vivir en la reserva que les habían asignado en otra zona más pobre de Dakota del Sur.



DECLIVE DE LAS TRIBUS, MUERTE DE SUS JEFES. 

Cansados de guerrear contra el hombre blanco, Nube Roja y otros jefes sioux claudicaron y vendieron sus tierras. Tropas estadounidenses apoyadas por rastreadores indios, al mando del general George Crook, se lanzaron a la caza y captura de los sioux rebeldes. Caballo Loco se rindió en la primavera de 1877 y pocos meses después fue acribillado a balazos en la reserva donde fue confinado. Por su parte, el legendario guerrero Toro Sentado fue apresado y enviado a la reserva de Standing Rock, en Dakota del Sur.

Si los militares estadounidenses tuvieron problemas en las Grandes Llanuras, también encontraron gran resistencia en los inmensos territorios del sudoeste, donde chocaron con los guerreros comanches. Cuando las autoridades estadounidenses decidieron intervenir para conquistar su territorio, los comanches se enfrentaron con valor a los cazadores de búfalos y a la caballería estadounidense. Pero, tal y como había ocurrido en ocasiones anteriores, los nativos fueron borrados del mapa.

En aquellos áridos territorios también vivían los apaches, una tribu de guerreros indómitos que destacaban como jinetes y cuyo jefe era Cochise, un hombre de gran estatura y espaldas poderosas que durante años puso en jaque a los casacas azules. En 1872, el Gobierno le ofreció la posibilidad de vivir en su propio territorio, a lo que accedió Cochise, que falleció dos años más tarde de una grave enfermedad. Su muerte fue una señal más del declive generalizado de la nación amerindia, cuyos años de gloria y libertad llegaban a su fin.

En octubre de 1890, un indio llamado Oso Coceador visitó a Toro Sentado en la reserva de Standing Rock
(Dakota del Sur), para hablarle de un mesías nativo llamado Wovoka, que había fundado la religión de la danza de los espíritus, un credo que prometía la resurrección de los muertos y la derrota del hombre blanco. Los inspectores de la Oficina India creyeron que aquellas actividades podían suponer un peligro para la estabilidad de la reserva. El 15 de diciembre de ese año, miembros de la policía india rodearon la cabaña de Toro Sentado, y en la confusión del momento una bala perdida acabó con su vida.



ACORRALADOS EN LAS RESERVAS.

 Su muerte marcó el destino de los últimos guerreros nativos. Cientos de ellos abandonaron la reserva y se dirigieron al campamento del jefe indio Pie Grande, en Cherry Creek. El Departamento de Guerra envió un pelotón del Séptimo de Caballería que finalmente capturó a los fugados y los trasladó a un campamento en el arroyo de Wounded Knee. Allí, los soldados intentaron que los indios les entregaran sus armas. De repente sonó un disparo y a continuación se produjo un terrible tiroteo.

El parte oficial reflejó 300 muertos, de los 350 hombres, mujeres y niños nativos. De los soldados murieron 25, la mayoría por fuego amigo. Aquella noche cayó una tormenta de nieve y muchos de los indios heridos que yacían en el suelo perecieron congelados sin que nadie los auxiliara. Lejos de investigar lo ocurrido, el Departamento de Guerra no tomó ninguna medida. Aquella masacre simbolizó el régimen de terror a que fue sometida la población nativa, que ya no volvió a levantar cabeza.



ACTUALMENTE QUEDAN UNOS CUATRO MILLONES DE AMERINDIOS EN ESTADOS UNIDOS, AUNQUE EL 80% SON MESTIZOS

El Gobierno implantó el sistema de reservas como una medida temporal para que los indios aprendieran aspectos básicos de la cultura occidental (agricultura, manufactura y ganadería), lo que les prepararía para adquirir la ciudadanía. Entre 1887 y 1934, las reservas se dividieron en parcelas y se repartieron entre familias e individuos nativos, cuya calidad de vida se degradó a pasos agigantados. Los otrora orgullosos y libres guerreros se convirtieron en hombres acorralados, dependientes de la caridad del Gobierno.

A partir de 1883, la Oficina de Asuntos Indios tomó una serie de medidas contra la cultura indígena, como prohibir las prácticas religiosas de las tribus nativas y la utilización de sus lenguas. En 1924, el Gobierno reconoció sus derechos de ciudadanía, pero sus prácticas religiosas siguieron estando prohibidas hasta finales de la década de 1970, lo que provocó que buena parte del conocimiento tradicional se perdiera. Durante la presidencia de Franklin D. Roosevelt (1932-1944) se aprobó el Nuevo Tratado Indio, que alentó a las tribus a redactar constituciones y a gobernarse por sí mismas.

MONUMENTOS Y CASINOS. 

En 1934, el Gobierno aprobó la Ley de Reorganización India, que por primera vez apoyó la cultura y la independencia de los indios, que en aquel tiempo tenían sólo el 25% de las tierras destinadas a reservas en los últimos años del siglo XIX, aunque el verdadero propietario era el Gobierno federal. En 1927, Washington había humillado a los sioux al permitir la construcción de gigantescos bustos de cuatro presidentes de Estados Unidos (George Washington, Thomas Jefferson, Theodore Roosevelt y Abraham Lincoln) en el monte Rushmore, en el mismo corazón de las Colinas Negras. En un intento de calmar a los sioux, el Gobierno federal impulsó hace unos años la construcción de una gigantesca efigie de Caballo Loco en una montaña cercana.

Gracias a la Ley para la Reglamentación del Juego en las Tierras Indígenas de 1988, las tribus nativas pudieron poner en marcha todo tipo de establecimientos dedicados a los juegos de azar, un negocio redondo ya que, además, las tribus no pagan impuestos por esta actividad económica. En 2006, las distintas tribus tenían en funcionamiento 350 casinos que ingresaban anualmente unos 20.000 millones de euros, lo que permitió que la renta per cápita de los indios se disparara un 27%. Pese a todo, la concesión de esas licencias no compensa el expolio de tierras y las masacres que sufrieron las tribus nativas en el pasado. Actualmente hay unos cuatro millones de personas que se identifican como indios estadounidenses, aunque el 80% de ellos son mestizos.


                               el Canario



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