domingo, 21 de enero de 2018

La telefonía móvil en cuarentena






Escuchar el discurso que da la doctora Davis en este video me ha llevado a meditar y a averiguar más acerca de este tema tan candente en la actualidad: ¿Que peligros entrañan para la salud humana los móviles, los routers, las antenas de telefonía, etc.?
Tal vez la respuesta a esa pregunta tarde décadas en llegar, pero, mientras tanto, qué hacer? Qué actitud tomar ante las ondas electromagnéticas en el día a día? La musica que nos acompañará en esta ocasión será la del álbum Pinnacles de Edgar Froese.



En estos tiempos en que los teléfonos móviles, los inalámbricos, routers, wi-fi, etc. etc. se han casi adueñado de nuestras vidas, cada vez menos gente se cuestiona hasta qué punto pueden ser dañinos, y más bien parece que hemos asumido que de serlo, no nos quedaría otro remedio que aceptar lo inevitable y cargar con las consecuencias, porque de lo contrario nos quedaríamos al margen de una sociedad que, como un tren desbocado, avanza a un ritmo cada vez más trepidante.

Es un hecho científicamente comprobado que nuestro planeta, la Tierra, es un gigantesco magneto, y que nos movemos dentro de un invisible flujo de ondas de diferentes frecuencias e intensidades, poseyendo nosotros mismos nuestro propio campo magnético, que interactúa con el del planeta, y con el del sol. 






En el último siglo, dentro de ese campo electromagnético en el que estamos inmersos como peces en un océano, los seres humanos hemos estado introduciendo un nuevo tipo de microondas: las producidas por nuestros electrodomésticos, y más recientemente por nuestros ordenadores y teléfonos móviles. ¿En qué medida podrá eso incidir en nuestra salud, y en la del planeta?


Son muchos los colectivos que aseguran que "los móviles nos fríen los sesos" del mismo modo que lo haría un horno microondas.

De igual manera son muchos los que afirman exactamente lo contrario: los campos electromagnéticos producidos por  artefactos de fabricación  humana generan unas ondas electromagnéticas de una intensidad tan ínfima que nunca podrían incidir en la salud de las personas.

Ambas posturas se fundamentan en sendos estudios científicos, pero al final, la realidad es que todavía no se sabe mucho al respecto. El debate sigue abierto porque no hay pruebas concluyentes.

Las investigaciones que dicen demostrar que aquellos aparatos no representan una amenaza para la salud, por ejemplo, se basan en ensayos realizados en personas que han sido expuestas a sus emisiones por un período relativamente corto de tiempo: queda por comprobar cómo aquellas emisiones incidirían en las mismas personas  sometiendolas a una exposición más prolongada. Además, los efectos podrían tardar años en manifestarse.







En una entrevista que se le hizo a Devra Davis, la científica que vimos en el video de cabecera del post, dice lo siguiente:

"Si esperamos a que haya una prueba del daño -y esa prueba es el cáncer cerebral… lo que sabemos sobre el cáncer cerebral es que puede tardar 40 años en desarrollarse. Sabemos eso por las bombas que cayeron al final de la Segunda Guerra Mundial- no hubo aumento de cáncer cerebral hasta 40 años después. Y sabemos que hay un aumento de cáncer cerebral causado por la radiación ionizante relacionada con esa bomba.
Si el cáncer cerebral tiene una latencia de 40 años en una población y esperamos evidencia así como lo hicimos con el tabaco y el asbesto en cuanto al aumento de cáncer, estaremos en graves problemas."


A pesar de que los científicos sólo se han limitado a declarar que por el momento no existen evidencias que demuestren que los móviles puedan generar cáncer u otras enfermedades, en la práctica nos conducimos como si ya se hubiese demostrado que son totalmente inocuos. Desde una edad cada vez más temprana, niños y adultos encuentran en el móvil su compañero inseparable, y estamos predispuestos a tratar como hipocondríacas o incluso como enfermas mentales a aquellas personas que dicen sentirse afectadas por las ondas electromagnéticas, con síntomas como dolores de cabeza, mareos, debilidad, insomnio, etc.  (a esta nueva dolencia se le ha dado el nombre de  Electrosensibilidad). 

La doctora Davis nos alerta sobre esta actitud, recordándonos que en realidad se sabe muy poco acerca de los posibles efectos de la telefonía móvil, y que no se puede concluir que sean inocuos para la salud hasta que hayan pasado al menos cuatro décadas. Mientras tanto, no se trata de que dejemos de usar los móviles, pero si de que tomemos una serie de precauciones con respecto a ellos.
La misma doctora Davis hace una serie de recomendaciones al respecto, insistiendo de modo especial en que se mantenga en lo posible a los niños alejados de estos aparatos, pues el tejido cerebral infantil es mucho más vulnerable. En este enlace encontrarán un decálogo de recomendaciones para protegerse de los posibles daños que puedan ocasionar los móviles: 10 Recomendaciones.

Las prisas por comercializar ciertos productos sin tomar las debidas precauciones a menudo han tenido consecuencias nefastas.
Es muy conocido el caso de la Talidomida, un medicamento que seis años después de haber sido introducido en el mercado y de ser utilizado por multitud de mujeres, se retiró al comprobarse que producía graves malformaciones en los fetos. Sin embargo, desde 1957 hasta 1963 se creyó que no producía ningún efecto secundario significativo, causando estragos irreversibles en millares de personas.

En otros casos, como el del tabaco, entran en juego además la falta de escrúpulos y la mala fe.
Leo en el interesante libro de Dan Agin "Las Mentiras de la Ciencia" en un capítulo dedicado exclusivamente al tabaco:


"Aunque el consumo de cigarrillos se remonta al menos a mediados del siglo XIX, se tardó casi cien años en reconocer públicamente el peligro que entrañaban, y siempre con la oposición cerril de las grandes compañias"

A pesar de lo que señalaban varios estudios:



"En 1950 distintos investigadores llegaron a la conclusión de que el 96,5% de los pacientes de cáncer de pulmón estaba constituido tanto por fumadores moderados como compulsivos.

En 1953 se observó que la aplicación de nicotina en el lomo de ciertos ratones de laboratorio desarrollaba tumoraciones."



                 


...a pesar de eso:


"En 1954 el UK Tobacco Institute Research Council, hizo públicas las siguientes conclusiones: - Las recientes investigaciones médicas han señalado diversas causas del cáncer de pulmón, si bien no existe todavía un acuerdo sobre ellas. No se dispone de pruebas concluyentes que demuestren que el consumo de cigarrillos tenga algo que ver.-"




"En 1976 Philip Morris carga de nuevo contra sus críticos: - Nada de lo que se ha encontrado en el humo del tabaco se halla en concentraciones que puedan considerarse peligrosas. Ninguno de sus elementos es dañino. De hecho, hasta el zumo de manzana puede serlo si se toma en exceso"


La lista de declaraciones semejantes a las expuestas anteriormente es muy larga, pero estas bastan como ejemplo. 

Es un hecho recurrente:  con la excusa de que no se han demostrado los efectos perniciosos de un producto,- aunque existan varios indicios que hagan sospechar que si los tiene -,  este se comercializa como si fuera totalmente inofensivo, y la gran masa de consumidores termina percibiéndolo así. 





Es el caso del Pervitin, una  droga oficialmente inofensiva para la salud,  que fue ampliamente suministrada entre las tropas de Hitler, a sabiendas por parte de sus mandos de los estragos físicos y psicológicos que en realidad causaba a largo plazo. Gracias  a ella, los soldados nazis luchaban y morian heroicamente  en un visible estado de euforia. Podían estar en plena actividad durante varios dias sin dormir y manteniendo una total lucidez. Pero mas adelante el haber jugado a ser semidioses les pasaría factura. Los supervivientes se convirtieron en un ejército  de yonkis. Las altas esferas del Reich guardaron silencio acerca de los terribles efectos secundarios del Pervitin hasta que fueron tan evidentes que ya no se pudieron ocultar.  




         



Ya se que la pesadilla nazi ha quedado muy atrás en el tiempo, pero creo que el egoísmo y los delirios de grandeza que la causaron siguen vigentes, y que sólo bastaría una chispa de locura para que vuelvan a desatarse, y para que se vuelvan a cometer atrocidades en nombre de oscuros intereses o de ideales que más bien son espejismos fruto de una trastornada ambición.





                     el Canario






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