Redescubramos las vocales. Esos sonidos tan básicos (a, e, i, o, u), que quizás nos parezcan algo demasiado elemental como para suscitar nuestro interés, tienen una larga e interesante historia, llena de sorpresas para quien se aventure en esta lectura que les propongo hoy.
Alguien dijo que en una palabra o discurso, las vocales equivalen al espíritu y las consonantes al cuerpo, que se convierte en una carcasa inanimada en cuanto el espíritu, la energía vital, lo abandona. Veremos en esta nota que no solo en el oriente, sino también aquí, en Europa, las vocales fueron consideradas sagradas.
"Los cielos declaran la gloria de Dios, y el firmamento publica las obras de sus manos."
Salmos 19:1
En astrología se entiende por planetas tradicionales aquellos cuerpos celestes observables a simple vista que describen una trayectoria periódica en el firmamento. Se les llama tradicionales porque son aquellos con los que contaba la astrología de la antigüedad: la Luna, Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter y Saturno.
Por muchos siglos este septenario fue uno de los pilares básicos de la sabiduría tradicional.
Sin embargo, a comienzos del siglo XVII aparecieron los primeros telescopios, y con ellos, una serie de descubrimientos que llegaron a poner en tela de juicio esta visión tradicional del sistema solar: en 1781, Sir William Herschel descubre un nuevo planeta demasiado lejano como para ser visto sin la ayuda de un telescopio: Urano. A este le siguieron Neptuno y Plutón. Los tres nuevos planetas entraron a formar parte del corpus astrológico, asignandoseles sus correspondientes dignidades y atributos. Ignoro en base a qué criterio se llevó a cabo la citada tarea, ni como se establecieron los perfiles astrológicos de estos nuevos planetas, pero francamente, no me fío mucho de esta clase de innovaciones.
De hecho, no todos los astrólogos estuvieron conformes con la entrada en escena de estos nuevos actores en el drama zodiacal: había quienes consideraban irrelevante o nula su influencia tanto en la naturaleza como en los asuntos del vivir humano.
En cualquier caso, en este estudio nos centraremos exclusivamente en los siete planetas tradicionales, pues, como ya dije, la teoría y la práctica de la alquimia (que es la disciplina que me interesa) están basadas en ese septenario, ni un planeta más, ni un planeta menos.
Pues bien, los efluvios de estos siete planetas tradicionales eran considerados en la antigüedad como las siete modalidades de esa energía universal primigenia llamada "éter", que todo lo sostiene y todo lo transforma. Son los siete espíritus planetarios.
Como dije en notas anteriores, la alquimia se basa en la idea de que los metales son formas de vida mineral que nacen y se desarrollan en el seno de la tierra, nutriéndose de la energía que reciben del espíritu planetario correspondiente.
Así, por ejemplo, el espíritu de la plata es la Luna, y el del cobre, Venus. El alquimista, en su laboratorio, sería capaz de trabajar los metales exponiéndolos a sus energías planetarias nativas, que los conducirían a su plenitud. De este modo, el sabio no haría más que acelerar el proceso de desarrollo natural del mineral, que por si mismo tardaría milenios en llegar a su culminación.
Hacia finales del siglo IV a. C., Aristóteles, en su obra Del cielo, expone una teoría según la cual el desplazamiento de las estrellas daría lugar a una armonía, emitiendo sonidos que producirían un acorde musical. Gracias a la rotación de los planetas a una velocidad fija, nace un "sonido de fuerza extraordinaria". Este fenómeno astral es imperceptible para nosotros, porque "como herreros, que parecen indiferentes al ruido como resultado de la costumbre, los hombres también se han vuelto insensibles, por razones idénticas"
Hacia finales del siglo IV a. C., Aristóteles, en su obra Del cielo, expone una teoría según la cual el desplazamiento de las estrellas daría lugar a una armonía, emitiendo sonidos que producirían un acorde musical. Gracias a la rotación de los planetas a una velocidad fija, nace un "sonido de fuerza extraordinaria". Este fenómeno astral es imperceptible para nosotros, porque "como herreros, que parecen indiferentes al ruido como resultado de la costumbre, los hombres también se han vuelto insensibles, por razones idénticas"
Helena Petrovna Blavatsky nos dice en su obra "La Doctrina Secreta":
"En el sánscrito, el hebreo y todos los demás alfabetos, cada letra tiene su significado y propósito ocultos , cada una es una causa y efecto de una causa anterior, y su combinación a menudo produce efectos mágicos. Las vocales, especialmente, contienen los poderes más ocultos y más formidables ... Los Mantras (esotéricamente, invocaciones mucho más mágicas que religiosas) son cantados por los brahmanes como el resto de los Vedas y otras escrituras."
Aristóteles e Hipócrates, entre otros, también afirman que a las vocales, en los misterios iniciáticos griegos, se les atribuía un carácter sagrado ya que se creia que estaban vinculadas a los influjos de los siete planetas ( hay que tener presente que la lengua griega tiene siete vocales).
Para invocar o "abrirse" a tales influjos, los participantes de estos ritos iniciáticos cantaban letanías basadas en secuencias de vocales.
Las escuelas gnósticas fueron las herederas de estas practicas, y actualmente en Egipto, la iglesia cristiana cópta todavía utiliza en sus ceremonias cánticos basados exclusivamente en vocales.
Las escuelas gnósticas fueron las herederas de estas practicas, y actualmente en Egipto, la iglesia cristiana cópta todavía utiliza en sus ceremonias cánticos basados exclusivamente en vocales.
Demetrio de Falero ( siglo IV a.c.) asevera que en el país del Nilo, ese uso litúrgico de las vocales sagradas ya existía en la antigüedad:
"En Egipto, los sacerdotes celebran a los dioses por medio de las siete vocales cantándolas sucesivamente, y las vibraciones producidas por estas letras suenan de manera tan intensamente musical como si se hubieran utilizado flautas o cítaras."
Las vocales (que, como ya dije, en griego son 7) se vinculaban a las siete esferas celestes, franjas del firmamento por las que se mueve cada uno de los 7 planetas. Sin embargo, hoy no sabemos exáctamente a qué planeta correspondía cada sonido vocálico, y existen diversas hipótesis al respecto.
Manly P. Hall, en su libro "Enseñanzas secretas de todas las edades", propone esta serie de correspondencias: el primer cielo, regido por la luna, genera el sonido de la vocal sagrada Α (alfa); el segundo cielo, el de Mercurio, genera la Ε (epsilon), el tercero corresponde a Venus y a la Η (eta), el cuarto a la Ι (iota) y al Sol, el quinto a Ο (omicron) y a Marte, el sexto a Júpiter e Υ (upsilon) y el séptimo cielo, a la vocal sagrada Ω (omega) y al planeta Saturno. Estos siete cielos cantan al unísono, produciendo una armonía perfecta. Es la llamada Armonía de las Esferas.
En la primera esfera la Luna, que en muchas tradiciones ha simbolizado la naturaleza y sus ciclos, es la madre, y la maternidad implica generación, creación, vida.
En la última esfera, tenemos, en cambio, a Saturno, que con su andar lento nos recuerda al anciano. Por esa razón se le asocia con el tiempo y con la muerte, o con el final de algo. Luna y Saturno serían, pues, el alpha y el omega, el principio y el fin.
Este sistema de correspondencias propuesto por Hall se basa en la astrología caldea (que derivó más tarde en el sistema tolemaico), según la cual los siete cielos seguían un orden basado en la duración de sus ciclos siderales; estos son, en sentido ascendente: Luna, Mercurio, Venus, Sol, Marte, Júpiter, Saturno.
Vista desde la Tierra, la esfera (o cielo) de la Luna es la que presenta un ciclo sideral más corto. La de saturno, en cambio, es la de mayor duración. El ciclo sideral del sol es la órbita periódica de la Tierra alrededor del mismo y corresponde a un año (365,25 días).
Así, de abajo para arriba, empezaríamos por la Luna, cuyo ciclo sideral es de 29,5 días. Le sigue Mercurio con 88 días; Venus 224,7. El Sol, 365,25; Marte 687,1; Júpiter, 12 años; Saturno, 29,5 años.
Esta misma distribución de las esferas celestes la encontraremos en la Divina Comedia de Dante, quien, en el Paraíso, aparte de las que corresponden a los siete planetas, añadió dos esferas más: la de las estrellas fijas y la de los ángeles, también llamada Primer Móvil. Más allá de la última esfera se encontraba el Empíreo, que según la teología medieval, era el cielo más alto, aquel donde residía Dios.
Esta misma distribución de las esferas celestes la encontraremos en la Divina Comedia de Dante, quien, en el Paraíso, aparte de las que corresponden a los siete planetas, añadió dos esferas más: la de las estrellas fijas y la de los ángeles, también llamada Primer Móvil. Más allá de la última esfera se encontraba el Empíreo, que según la teología medieval, era el cielo más alto, aquel donde residía Dios.
Volviendo al tema inicial, es interesante ver como en diferentes épocas y culturas, a las vocales se las ha asociado con el espíritu que vivifica y que lo aníma todo. Como el candelabro judío (la Menorá), que se asienta en un solo pie para luego ramificarse en siete brazos, el espíritu universal, el éter, o Chi, siendo uno, se manifestaría en 7 formas básicas, de las que los planetas y las vocales son manifestaciones físicas.
Las consonantes, en cambio, eran consideradas como la parte grosera, material, el lado físico, la carcasa que sólo cobra vida gracias a la unión con las vocales.
¿Cuales son las propiedades de las 7 vocales "sagradas"? ¿Se pueden averiguar analogicamente por las características de los planetas a los que están asociadas?¿Cuales son las reglas por las que se permutan en la cábala fonética, el lenguaje encriptado de los francmasones y los alquimistas? Seguiré indagando sobre todas estas cuestiones.
El Canario
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