Todos los días aprendemos algo de alguien desconocido.
Encontré en la publicación que transcribo una definición no académica de la diferencia entre la pobreza y la indigencia.
La definición dada por alguien que la aprendió por experiencia.
Y que con esa experiencia nos cuenta que hay un beneficio que yo no me hubiera imaginado...
El
beneficio de ser pobres.
Mi
vieja es una mina marginal. Toda la vida vivió fuera del sistema y ahí quedará.
Por un problema que tuvo al nacer, es muy pequeña: no llegó nunca al metro
cincuenta, y por los muchos embarazos que tuvo ya se le cayeron varios dientes.
Tiene 41, pero la falta de dientes sumada a su escasa estatura y marcada
delgadez, hacen que aparente mil años más.
Mi
vieja dejó la escuela porque era al pedo. Vos le explicás algo y no lo
entiende. Incluso las cosas más simples, se las tenés que explicar despacio,
varias veces. Si querés enseñarle a ir al chino de la vuelta lo mejor es acompañarla
y que vaya, porque si le explicás el camino, no entiende. Mi vieja nunca
prendió una computadora, ni la va a prender. Apenas sabe leer y escribir, y
cuando digo “apenas” quiero decir, escribe como el orto y cuando lee no le
queda nada. Tiene que leer algo simple varias veces para que le quede. A veces
nos pide ayuda a las hijas grandes, y hay que explicarle despacio y con
palabras claras, si no no entiende.
Mi
vieja no laburó nunca, no se desenvuelve. Siempre que intentó tuvo laburos muy
malos, porque a los buenos, no pudo ni podrá acceder nunca. Siempre limpiando,
cada vez que le conseguíamos un trabajo la echaban al poco tiempo: la gente no
le tiene paciencia porque vos le explicás y no entiende. Mi vieja nunca aspiró
a tener nada, siempre sintió que hay cosas que simplemente no eran para ella.
Siempre sintió que ciertas cosas “son cosas de ricos” incluso cosas mucho más
sencillas de las que piensan. Mi vieja tuvo varios hijos, todos de distintos
hombres. En el hospital le explicaban que no tuviera más, que tenía que
cuidarse, pero ella no entiende. Nosotros llevamos el apellido de ella y salvo
el más chico, ninguno conoció a su respectivo padre.