Dos canciones hermosas: Forever Young y Who Wants to Live Forever. La fragilidad y la frescura de la rosa, que está viva precisamente porque muere a cada instante; la leyenda del alquimista Nicolás Flamel que alcanzó la inmortalidad, el funesto final de Edward Kelley... y además tres videos. Esto es todo por hoy. Que lo disfruten!
Si hacemos una búsqueda en google con las palabras "piedra filosofal", nos aparecerá una larga lista de webs relacionadas con Harry Potter o Paulo Coelho. Muchos años antes de que estos dos personajes alcanzáran el estrellato con su esoterismo de pacotilla, probablemente en su lugar habríamos encontrado nombres como Fulcanelli, Nicolás Flamel, el Cosmopolita... o sea, los de los alquimistas propiamente dichos.
Existen muchas discrepancias a la hora de definir lo que realmente buscaban los alquimistas. De hecho, entre los mismos que supuestamente se dedican a ese arte, los hay que declaran que este consiste estrictamente en un trabajo de laboratorio, que tiene como único objeto la transmutación de los metales viles en oro.
Otros, en cambio, lo describen como una labor netamente espiritual, y ubican la transmutación y las operaciones de laboratorio en el terreno de la pura alegoría.
Finalmente, hay unos terceros que aseguran que se trata de ambas cosas a la vez: manipulando determinada sustancia química por medio de unas técnicas precisas, se producirían mutaciones en dicha sustancia y, paralelamente, en el individuo que opera con ella. A la materia prima se la conduciría así a un estado en el que liberaría una inmensa energía latente, capaz de interactuar con el ADN humano, reparandolo y perfeccionandolo.
Eso llevaría paulatinamente al iniciado a un estado de salud pletórica, tanto física como psíquica, despertaría en él unas facultades que actualmente yacen dormidas en el ser humano común, prolongaría su vida y abriría su mente a un conocimiento superior de las cosas.
La leyenda dice que numerosos alquimistas prolongaron su existencia durante siglos; del gran Nicolás Flamél, el historiador francés Amans Alexis Monteil (1769 - 1850) nos cuenta que había sido visto vivo y con un aspecto juvenil junto a su esposa Perenelle, unos cuatrocientos años después de su muerte. Parece que su tumba fue encontrada vacía.
De Fulcanelli (alquimista moderno a quien el mismo Frank Zappa, intrigado por su identidad velada tras un seudónimo, dedicó el tema: "pero, quien era Fulcanelli?") se dice que fue visto en Sevilla, después de considerarsele desaparecido durante mucho tiempo, con unos 113 años de edad, pero aparentando apenas 50.
De Fulcanelli (alquimista moderno a quien el mismo Frank Zappa, intrigado por su identidad velada tras un seudónimo, dedicó el tema: "pero, quien era Fulcanelli?") se dice que fue visto en Sevilla, después de considerarsele desaparecido durante mucho tiempo, con unos 113 años de edad, pero aparentando apenas 50.
Su condición de inmortales les obligaría a llevar una existencia de continuos cambios de residencia y de identidad, para no ser descubiertos, lo que podría significar la encarcelación y la tortura con el fin de sonsacarles ese secreto que juraron no revelar. Entre las numerosas historias de alquimistas que rozan lo fantástico y lo inverosimil, destaca la de Edward Kelley, cuya última parte les transcribo de la wikipedia:
"En julio de 1589, Edward Kelley se mudó a Praga para ponerse al servicio del rey Rodolfo II. Para ser admitido entre los alquimistas de la corte tuvo que someterse a un examen ante la máxima autoridad en este terreno que no era otro que el doctor Hájek: su actuación durante el examen fue impresionante y según un testigo presencial (el médico y alquimista francés Nicolás Barnaud) vertió una gota de un aceite color carmesí sobre medio kilo de mercurio y lo transmutó en oro.
En febrero de 1590, Rodolfo II le otorgó un título nobiliario (Eques auratus, equivalente al «sir» inglés).
La reina Isabel I de Inglaterra se interesó por su «útil» súbdito ya que su capacidad de crear oro a partir de unos misteriosos «polvos rojos», le interesó especialmente, muy bien aconsejada por Lord Burleigh, su tesorero. Burleigh escribió a Kelley apremiándole para que regresara a la Corte ya que deseaba que pusiese sus conocimientos al servicio de la Reina; pero en Praga el rey Rodolfo II lo arrojó a las mazmorras del castillo de Krivoklát. Una versión reza que fue para que confesara las estafas cometidas contra dos joyeros de Colonia, otra que fue para que revelase al emperador el secreto en exclusiva de la preparación de su precioso elixir, evitando su huida a Inglaterra (se presentaron incluso las cartas de Burleigh con la petición de la reina); según una tercera versión, más romántica, fue encarcelado en el Castillo de Purglitz, a tres millas de Praga, por haber matado en un duelo a un sirviente del emperador. Es muy posible que quien mediase para su encarcelamiento y caída en desgracia fuese la poderosa familia Poppels, enemiga mortal de la familia Rosenberg, para intentar arrastrar a su benefactor, lord Rosenberg, o al menos rebajar su influencia junto al emperador.
Sea como fuere se le condenó por un delito de lesa majestad (seguramente porque se negó a revelarle el secreto de los «polvos de proyección»). El 1 de noviembre de 1597 intentó evadirse de su cárcel bajando por una escala elaborada con la ropa de su cama y encontró la muerte.
Wikipedia
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A pesar de tener riquezas, salud física y psicológica, y de estar muy por encima de los seres humanos comunes en muchos aspectos, ¿podría uno ser feliz viviendo para siempre una vida nómada, de fugitivo, viendo como una generación tras otra envejece y muere, mientras que uno permanece en esta tierra por los siglos de los siglos?
Todo esto viene a cuento de que ayer volví a escuchar después de mucho tiempo dos viejas canciones, la primera Forever Young, de Alphaville, y la segunda Who Wants to Live Forever de Queen, canciones pop de los tardíos ochenta que expresan maravillosamente el antiguo anhelo del ser humano por la eterna juventud, acompañado por la duda de si esa inmortalidad es lo que realmente necesita, o si por lo contrario, no acabaría siendo su peor condena. Así dice Forever Young:
"Vamos a bailar con gracia
vamos a bailar durante un rato,
el cielo puede esperar,
solo estamos mirando a los cielos,
esperando lo mejor, pero suponiendo lo peor,
¿vais a soltar la bomba o no?
Déjanos morir jóvenes o déjanos vivir para siempre.
No tenemos el poder, pero nunca decimos nunca,
sentados en un cajón de arena (donde juegan los niños),
la vida es un corto viaje,
la música es para los hombres tristes.
¿Puedes imaginar cuándo se gana esta carrera?
Volvemos nuestros dorados rostros hacia el sol,
alabando a nuestros líderes, nos ponemos en sintonía,
la música la tocan los... los hombres locos.
Por siempre joven, quiero ser siempre joven.
¿De verdad que quieres vivir para siempre, siempre jamás?
Por siempre joven, quiero ser siempre joven.
¿De verdad que quieres vivir para siempre, siempre joven?
Algunos son como agua, algunos son como el calor,
algunos son una melodía y algunos son el ritmo.
Tarde o temprano, todos se habrán ido,
¿por qué no permanecen siempre jóvenes?
Es tan difícil hacerse mayor sin una causa,
no quiero perecer como un caballo en fuga,
la juventud es como diamantes bajo el sol,
y los diamantes son para siempre.
Tantas aventuras que hoy no han podido ocurrir,
tantas canciones que olvidamos tocar,
tantos sueños saliendo de la nada
dejamos que se hagan realidad.
Por siempre joven, quiero ser siempre joven.
¿De verdad que quieres vivir para siempre, siempre jamás?
Por siempre joven, quiero ser siempre joven.
¿De verdad que quieres vivir para siempre, siempre jamás?
Por siempre joven, quiero ser siempre joven.
¿De verdad que quieres vivir para siempre?"
ya se que es una letra de escaso valor literario, pero a través del prisma de esa preciosa melodía, que tiene la solemnidad de un himno, para mi se transfigura y adquiere mucho más significado, cosa que ocurre con tantas otras letras, a menudo pueriles, de canciones populares. El estribillo nos pone ante un grave dilema:
"Quiero ser siempre joven."
"¿De verdad que quieres vivir para siempre?"
El doctor Fausto vendió su alma al diablo para volver a ser joven, pero eso, lejos de procurarle la felicidad, le dio mas hondura a su sufrimiento.
Y aquí está la letra de la segunda canción, Who Wants to Live Forever, obra del legendario grupo Queen:
"No hay tiempo para nosotros.
No hay lugar para nosotros.
¿Qué es esto que construye nuestros sueños,
Y aún se escapa de nosotros?
¿Quién quiere vivir para siempre?
¿Quién quiere vivir para siempre?
No hay oportunidad para nosotros.
Todo está decidido para nosotros.
Este mundo tiene sólo un dulce momento separado para nosotros.
¿Quién quiere vivir para siempre?
¿Quién quiere vivir para siempre?
¿Quién se atreve a vivir para siempre,
Cuando el amor debe morir?
Pero, toca mis lágrimas con tus labios.
Toca mi mundo con las puntas de tus dedos.
Y podemos tenerlo para siempre.
Y podemos amar siempre.
Para siempre es nuestro presente.
¿Quién quiere vivir para siempre?
¿Quién quiere vivir para siempre?
Para siempre es nuestro presente.
De todos modos, ¿quién espera para siempre?"
Con una melodía aún más grandiosa que la anterior, en este tema, Queen, a mi modo de ver, alcanza unos niveles de hondura e intensidad poco frecuentes.
La letra hace hincapié en lo pasajero de todo lo que nos ofrece la vida, para acabar exaltando al amor como lo único capaz de ofrecernos "momentos cargados de eternidad". La vida fluye, nada se detiene en un punto, ni es permanente. Es una sucesión de muertes, cambios, mutaciones: es trágica y a la vez hermosa, y eso justamente es lo que hace que sea vida...
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