Leo en la página web de la Real Academia Española de la Lengua: "El término posverdad entrará en la próxima actualización del Diccionario de la lengua española (DLE), prevista para diciembre de 2017. Así lo ha anunciado el director de la Real Academia Española (RAE), Darío Villanueva, durante la conferencia magistral titulada «Verdad, ficción, posverdad. Política y literatura», impartida en la clausura del máster universitario en Derecho Constitucional, que ofrecen conjuntamente el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales del Ministerio de la Presidencia y la Universidad Internacional Menéndez Pelayo."
La palabra "Posverdad", en las bases de datos de la RAE, aparece con registros de uso que se remontan a 2003. Una palabra asociada a una inquietante visión del futuro, en la que los totalitarismos, disfrazados de democracias, tomarían el control absoluto, y las masas, en la ilusión de ser libres, asumirían como suyas opiniones diseñadas maliciosamente por los tecnólogos de la propaganda al servicio del poder.
¿Qué es la posverdad? En el año 2004, el sociólogo Ralph Keynes declaró en su libro The Post-Truth Era: Dishonesty and Deception in Contemporary Life, que habíamos arribado a una era posterior a la verdad: se estaba desarrollando una verdadera tecnología de la desinformación, cómo "arma de manipulación masiva" de conciencias, al servicio de los intereses de élites políticas y económicas.
Según el diccionario de Oxford la palabra posverdad «describe la situación en la cual, a la hora de crear y modelar opinión pública, los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales».
Con mis palabras la definiría como una mentira presentada de tal forma que adquiera la fuerza y la capacidad persuasiva propias de una verdad. Al igual que la publicidad, apela directamente a sentimientos y creencias muy arraigados más que a la razón.
Se distingue de la mentira entendida en el sentido tradicional, en que detrás de ella se esconde el propósito de manipular las masas. Para ello, no se escatimarán gastos con el fín de crear equipos de expertos y asesores procedentes de un amplio abanico de disciplinas, desde la publicidad hasta la neurología pasando por la asesoría de imagen. Por eso, también se podría definir la posverdad como la mentira de diseño, que tiene por objetivo manipular los cerebros de las masas.
La posverdad, al igual que la neolengua de Orwell, es una herramienta del poder, utilizada sobre todo en el terreno político y periodistico, presentándose a menudo en forma de eufemismo. Cómo ya no resulta viable en los países más avanzados imponer abiertamente una dictadura, había que buscar otra forma más sutil de predisponer o condicionar a las masas para que hagan voluntariamente lo que se espera de ellas. Y esa otra forma es el eufemismo, o, directamente, el engaño, orientados a levantar o apaciguar pasiones, o también a desviar la atención de las masas de acuerdo a los intereses del poder. En una palabra: posverdad.
Se ha llamado a Donald Trump, "el rey de la posverdad", por haberse valido de mentiras de forma sistemática desde que llegó al poder. Macri, en Argentina, y Lenin Moreno en Ecuador son otros dos claros ejemplos de "heroes" de la posverdad.
Condicionamiento psicológico y "verdad"
La verdad, con mayúsculas, en nuestros días goza de escasa "popularidad". Resulta anticuada e incómoda, no es políticamente correcto referirse a ella, y se la suele relacionar con fundamentalismos trasnochados o con buscadores solitarios y un poco chiflados.
Además, la persecución del bienestar y la seguridad siempre ha estado reñida con la búsqueda de la verdad, y en la mayor parte de los seres humanos prevalece sobre ella.
Hoy por hoy, cuando la mayor parte de coaches, terapeutas y psicólogos consagran sus conocimientos y esfuerzos en convertir a sus pacientes en profesionales eficientes y competitivos y en personas perfectamente integradas y satisfechas dentro de una sociedad enferma, la verdad "verdadera", el conocimiento de uno mismo y de la vida, quedan relegados a un segundo plano. Simplemente no interesan, y todo nos invita a diseñarnos una verdad subjetiva, acomodaticia, que nos haga "sentir bien". Parafraseando a Groucho Marx: "esta es mi verdad. Si no les gusta tengo otras".
El gran mercado de la Nueva Era ha contribuido mucho a ello, y el surtido de verdades de diseño que oferta es inmenso.
Recuerdo lo que me dijo una vez una lectora asidua de libros de pensamiento positivo: "si una idea te hace sentir bien, si te da paz, entonces esa es tu verdad." Una mente proclive al autoengaño es el terreno mejor abonado para la posverdad.
Pero lo que, a mi juicio, es un factor decisivo para que la posverdad cunda cada vez más en las mentes de las masas, es el fenómeno que llamaré saturación de datos.
El bombardeo masivo e incesante de información que reciben nuestros cerebros hoy en día, a través de los medios de comunicación, internet, los móviles, etc. es muy superior al que el ser humano ha sido sometido en ninguna época anterior. Eso conduce, en muchísimos casos, a la saturación y a la fatiga. Entonces la mente se vuelve refractaria a procesar más datos; uno se inclina más bien a leer sólo los titulares, o las noticias breves; ya no quedan ni la voluntad ni el tiempo para comprobar la veracidad de ese aluvión de palabras e imágenes. En ese estado de fatiga mental, resulta más fácil caer en la trampa de dejarse llevar por slogans, tweets, titulares, memes, frases brillantes, etc. que transmitan ideas simples y generalizadoras pero cargadas de motivación y que apelen a nuestros sentimientos más poderosos y arraigados.
Pero lo que, a mi juicio, es un factor decisivo para que la posverdad cunda cada vez más en las mentes de las masas, es el fenómeno que llamaré saturación de datos.
El bombardeo masivo e incesante de información que reciben nuestros cerebros hoy en día, a través de los medios de comunicación, internet, los móviles, etc. es muy superior al que el ser humano ha sido sometido en ninguna época anterior. Eso conduce, en muchísimos casos, a la saturación y a la fatiga. Entonces la mente se vuelve refractaria a procesar más datos; uno se inclina más bien a leer sólo los titulares, o las noticias breves; ya no quedan ni la voluntad ni el tiempo para comprobar la veracidad de ese aluvión de palabras e imágenes. En ese estado de fatiga mental, resulta más fácil caer en la trampa de dejarse llevar por slogans, tweets, titulares, memes, frases brillantes, etc. que transmitan ideas simples y generalizadoras pero cargadas de motivación y que apelen a nuestros sentimientos más poderosos y arraigados.
Los políticos, y de modo especial los de talante totalitario, utilizan esta forma de manipulación continuamente y sin ningún escrúpulo.
Voy a dar, a continuación una serie de ejemplos de posverdad sacados de la política española, en concreto a partir de 2008, año en que empezó la gran crisis económica que aqueja a gran parte de Europa y del mundo.
1. José Luis Rodríguez Zapatero, que era el presidente del gobierno español en los comienzos de la crisis, anunció esta última a los españoles (cuando ya estábamos metidos en ella hasta el cuello), llamándola Desaceleración transitoria. Más adelante, la rebautizó Desaceleración acelerada, debido a su evidente agravamiento, pero nunca quiso utilizar la palabra crisis)
En este caso, debido a la forma tan torpe de aplicarla, la posverdad no logró convencer a mucha gente.
El partido popular, partido que gobierna actualmente en España, tiene en su haber un florilegio de posverdades de una enorme variedad y riqueza. Veamos algunos ejemplos.
2. Cuando dicen apoyo financiero, debe leerse rescate a los bancos con el dinero de todos y a fondo perdido.
3. Racionalización de la red de oficinas: normalmente racionalización significa cierre; más gente al paro.
4. Flexibilizar el mercado laboral: recorte de derechos de los trabajadores. Despidos más sencillos y baratos, periodos de prueba indefinidos para trabajos precarios, incumplimiento de los convenios y todo aquello que suponga beneficios para los empresarios y perjuicios para los trabajadores.
5. Reformas estructurales: subida del IVA, bajada de prestaciones por desempleo, etc. Cuando utilizan esta expresión hay que temerse recortes drásticos en los derechos y el bienestar del ciudadano.
6. Eficiencia: Trabajar más por el mismo salario
7.Optimizar recursos: Si oyen estas dos palabras, pónganse en lo peor. Cuando el Gobierno despide profesores, incrementa el número de alumnos por aula, amplia el horario de los docentes y sube las tasas universitarias está optimizando los recursos de educación.
8. Redimensionar: lo mismo que optimizar recursos
9. Modernización: más de lo mismo.
10. Tasa de crecimiento negativo: Una de las mejores ocurrencias de nuestros políticos. Como recesión es un sustantivo desagradable, juntamos dos términos contradictorios (oxímorón) y conseguimos que la gente se haga un lío.
11. Movilidad exterior: expresión usada por la ministra de empleo Fátima Bañez para designar la fuga de cerebros que está sufriendo España debido a la crisis.
12. Medidas excepcionales para incentivar la tributación de rentas no declaradas: amnistía fiscal.
Les he puesto aquí sólo unos pocos ejemplos, porque un trabajo más exhaustivo sería demasiado largo. Las fuentes de donde he tomado la información son: El Confidencial, y 20 minutos.
He hablado sólo de España, pero es evidente que este es un fenómeno que se está dando a escala mundial: la mejor forma de hacer que mucha gente vote una y otra vez por sus propios sicarios.
el Canario
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