Respirar es un acto mecánico e inconsciente, las más de las veces. Puede, sin embargo, convertirse en un acto consciente y, según tradiciones como la taoísta y la hindú, llegar a ser un puente entre el microcosmos humano y el universo. La alquimia china daba a las técnicas respiratorias un enorme protagonismo, y eso nos permite sospechar que probablemente en la alquimia occidental se practicáran técnicas similares.
"Entonces Yahveh formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente."
(Genesis 2,7)
En notas anteriores he hablado sobre la doctrina de la unidad de la materia, un concepto filosófico según el cual toda la materia procede de una sustancia primordial llamada éter.
En Oriente existen visiones muy parecidas:
Según el taoísmo, por ejemplo, el chi es el tejido del que está compuesto todo el universo. Sería a la vez materia y energía. Una paradoja análoga a la que propone la mecánica cuántica en torno a la dualidad onda - partícula.
El chi se manifiesta en todo lo existente: todas las cosas serían condensaciones de esta fuerza/sustancia universal: desde la luz de la estrella más lejana hasta el mineral que se forma en las profundidades de la tierra; desde el organismo más complejo hasta la materia inerte.
El clásico Huangdi Neijing dice que "cuando el Qi se aglutina el cuerpo físico se forma; cuando se dispersa, el cuerpo muere. Si fluye con la vida produce salud, si se bloquea produce la enfermedad. Si se concentra se le llama materia, si se esparce se le llama espacio".
Dicen los sabios taoístas que los seres vivos absorben el chi que necesitan para vivir a través del alimento, la luz solar y de un modo especial, del aire.
Esta "energía vital" llamada chi o Qi en China, Ki en Japón, y Prana en la India, tiene la peculiaridad de ser asimilable por los organismos biológicos a través de la respiración del aire. La atmósfera sería la mayor despensa de chi.
El chi nos mantiene vivos y es responsable del buen funcionamiento de los procesos corporales y mentales. A la vez es el responsable de reparar los daños ocurridos en nuestro cuerpo, ya que tiende a equilibrarse a sí mismo de forma natural. Mientras esté bien provisto de chi, el cuerpo tiende siempre al equilibrio.
El chi nos mantiene vivos y es responsable del buen funcionamiento de los procesos corporales y mentales. A la vez es el responsable de reparar los daños ocurridos en nuestro cuerpo, ya que tiende a equilibrarse a sí mismo de forma natural. Mientras esté bien provisto de chi, el cuerpo tiende siempre al equilibrio.
La herramienta principal para familiarizarse con el chi, y conocer sus virtudes y sus beneficios, es la respiración. Por esta razón en la mayor parte de las disciplinas espirituales de Oriente, los métodos de respiración (en los que el ritmo y la atención juegan un papel fundamental) son tan importantes. Entonces, la respiración pasa de ser un acto inconsciente y mecánico a ser un movimiento consciente, esclarecido, que se abre paso en las regiones dormidas del cerebro.
Según la sabiduría taoísta, el chi fluye a través de los meridianos, unos canales que recorren todo el cuerpo humano. Las principales puertas de acceso a esa red de conductos desplegada dentro de cada persona, son las fosas nasales: por ellas, con el aire, entra esa misma energía que hace girar las galaxias y las partículas atómicas. El depósito en el que se almacena este tesoro es el Hara, un centro de energía ubicado dos dedos por debajo del ombligo y tres o cuatro hacia el interior del cuerpo. Algunos ven en el crisol del alquimista un símbolo del Hara, lugar donde se concentra y se cuece la misteriosa materia prima, al calor del fuego del chi, atizado por el fuelle de una respiración ritmica...
Cuando nacemos, el depósito del Hara está rebosante de fuerza. Es el chi nativo. Pero ciertos hábitos alimenticios, emocionales, mentales, sexuales, etc. conducen al despilfarro del chi, y acaban llevando al agotamiento de sus reservas. A causa de ello sobrevienen la enfermedad física y psíquica, y la muerte prematura.
Para poder vivir, el ser humano necesita de esta energía vital. La persona que dispone de mucho chi vive una vida más plena y realizada, mientras que la que dispone de una cantidad insuficiente del mismo suele estar cansada, nerviosa, frustrada, y prematuramente envejecida.
Sin una justa cantidad de esta energía vital, las diferentes funciones del organismo no pueden ser completadas, tenemos poca resistencia frente a las enfermedades, nos falla la memoria, y nos volvemos irritables e infelices.
Como he dicho un poco más arriba, la respiración es, según el taoísmo y muchas otras enseñanzas, la clave de acceso a la salud y a un conocimiento superior. La conexión del microcosmos humano con los ritmos y los ciclos del macrocosmos. Disciplinas como el Pranayama, el Yoga, el Chi Kung, el Tai Chi, y muchas más son herramientas que permiten beneficiarse de las virtudes de este "fluido vital".
Es sencillo comprobar por uno mismo si se trata de un mito o de una realidad: basta con practicar por un tiempo y ver los resultados. Y eso es lo que pienso hacer.
el Canario
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En rigor, no es que el aire tenga chi, el cuerpo produce chi a traves de varios elementos, entre ellos el aire. Ah, viva Yes!
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