Por lo general me tomo con mucha cautela las técnicas de autoayuda, tal vez porque me parece que con demasiada frecuencia terminan siendo un problema más que una solución. Cómo se suele decir: a veces es peor el remedio que la enfermedad.
Cómo excepción que confirma la regla, esta vez voy a hablar de una técnica de autoayuda.
Se llama La Sonrisa Interior, es una práctica taoísta, y nos llega de la mano de Joe Jackson, con su canción "A Little Smile".
Llevo un tiempo descuidando este blog, (aunque, para mi sorpresa, sigue teniendo un considerable número de visitas)... pero no crean que es porque me he cansado de él. La verdad es que me he estado documentando sobre algunos temas, buscando dar con algo grandioso, sensacional... pero un par de acontecimientos muy recientes en mi vida vinieron a recordarme que lo realmente grandioso es lo que nos pasa en cada momento, y que su significado casi siempre se nos escapa porque estamos demasiado enfrascados en la persecución de nuestras quimeras como para prestarle la suficiente atención. Cómo reza aquella famosa frase atribuída a John Lennon: "la vida es aquello que te ocurre mientras estás ocupado haciendo otros planes" .
Podría, por ejemplo, hablar del emotivo reencuentro que tuve el otro día con dos compañeros que no veía desde hacía 46 años... me presentaron a sus esposas, y sentí que había regresado al fin con mis verdaderos amigos. Pero es que hace unos días, además, me encontré en un centro comercial con otro antiguo compañero de clase, y oyéndolo hablar descubrí que durante todos estos años habíamos tenido trayectorias e inquietudes casi idénticas en muchos aspectos. Bueno, el que estos reencuentros coincidieran con pocos días de diferencia, me tiene encantado, y a la vez perplejo (preguntándome por enésima vez si existe o no la casualidad, si en esto habrá tenido que ver la configuración de los astros, y todo eso).
Pues cuando a uno le pasan este tipo de cosas suele asomar, de pronto, una radiante sonrisa. No me refiero ahora a la sonrisa física (la flexión que se produce en los músculos faciales y que hace, entre otras cosas, que los labios se curven hacia arriba); se trata más bien de un sentimiento, de un humor, que aflora abriéndose paso a través de la maraña de hábitos y rutinas mentales, haciendo que caigan las máscaras, para asomarse a nuestros ojos con impune inocencia, iluminándolos.
Una vez leí un libro sobre risoterapia. Uno de los ejercicios que propone consiste en que un grupo de personas se siente en circulo, y uno de ellos mire con total seriedad a su vecino y le diga: jajaja (tratando de mantenerse serio). El vecino hará lo mismo con el de al lado, y así sucesivamente. Normalmente este ejercicio termina en tremendas carcajadas por parte de todos los asistentes.
Una vez leí un libro sobre risoterapia. Uno de los ejercicios que propone consiste en que un grupo de personas se siente en circulo, y uno de ellos mire con total seriedad a su vecino y le diga: jajaja (tratando de mantenerse serio). El vecino hará lo mismo con el de al lado, y así sucesivamente. Normalmente este ejercicio termina en tremendas carcajadas por parte de todos los asistentes.
Claro que hay risas capaces de helar la sangre, pero es muy frecuente que una buena carcajada tenga un efecto hilarante altamente contagioso.
Sin embargo, me parece que la risa es una reacción más primaria y elemental que la sonrisa:
Si la comparamos con aquella, la sonrisa pone en juego aspectos mucho más profundos e íntimos de la personalidad; al sonreír uno se está exponiendo, se muestra tal como es. La mirada, en la sonrisa, juega un papel esencial. Las sonrisas del mentiroso y del malvado, por ejemplo, salvo escasas excepciones, son muecas infames e incluso obscenas.
Se puede sonreír por muchas razones: por desprecio o por crueldad, o para hacer gala de seguridad, o de profesionalidad, por ejemplo. O para mostrar una actitud desafiante. Pero en este post sólo voy a hablar de una clase de sonrisa muy concreta: de aquella que nace del afecto, como cuando uno se encuentra con un ser querido, o con un gran amigo. De esa sonrisa que cura, que da paz.
Existe una técnica de autosanación taoísta que se llama, precisamente, "la sonrisa interior".
Si la comparamos con aquella, la sonrisa pone en juego aspectos mucho más profundos e íntimos de la personalidad; al sonreír uno se está exponiendo, se muestra tal como es. La mirada, en la sonrisa, juega un papel esencial. Las sonrisas del mentiroso y del malvado, por ejemplo, salvo escasas excepciones, son muecas infames e incluso obscenas.
Se puede sonreír por muchas razones: por desprecio o por crueldad, o para hacer gala de seguridad, o de profesionalidad, por ejemplo. O para mostrar una actitud desafiante. Pero en este post sólo voy a hablar de una clase de sonrisa muy concreta: de aquella que nace del afecto, como cuando uno se encuentra con un ser querido, o con un gran amigo. De esa sonrisa que cura, que da paz.
Existe una técnica de autosanación taoísta que se llama, precisamente, "la sonrisa interior".
Esta consiste, dicho de manera muy resumida, en sonreírnos con afecto a nosotros mismos, y a todos los órganos de nuestro cuerpo con el fin de cargarlos de la energía positiva emanada por la propia sonrisa.
Lo primero que pensé acerca de este ejercicio es que es una técnica, y como tal, algo artificial, y que por lo tanto tiene muy poco que ver con la espontaneidad, la naturalidad de una autentica sonrisa.
No me parecía que pudiera ser genuina una sonrisa de afecto autoinducida por medio de una ingeniosa astucia psicológica.
No me parecía que pudiera ser genuina una sonrisa de afecto autoinducida por medio de una ingeniosa astucia psicológica.
Sin embargo, después de documentarme un poco acerca del tema, empecé a tener más en consideración esa posibilidad. Transcribo aquí un fragmento del artículo Distinguiendo entre la Risa y la Sonrisa del doctor Fabián Sorrentino (www.sonria.com), donde se explica como el simple gesto de sonreír puede desencadenar en nuestro cerebro la alegría.
"...si sonríes, incluso cuando no sea genuinamente, tu cerebro también recibe esa información de los músculos. Entiende que estás sonriendo y que por lo tanto hay algo que debe estar poniéndote contento, así que para ser congruente su estado emocional empieza a cambiar hacia el optimismo. Comenzarás a sentirte más alegre.
Esta teoría de la retroalimentación facial ya la apuntó el mismo padre de la evolución, Charles Darwin, constatando que incluso la simulación de una emoción podía provocarla realmente en nuestra mente. Cuando sonreímos el cerebro interpreta que estamos contentos y libera sustancias capaces de alegrarnos.
Los neurotransmisores son activados por los movimientos de los músculos de la cara, los cuales son interpretados por el cerebro, que a su vez libera estas sustancias químicas. Las endorfinas son responsables de hacernos sentir felices, y también de ayudamos a bajar los niveles de estrés. Inclusive fingir la risa o una sonrisa funciona ya que el cerebro no distingue entre lo real o lo falso e interpreta la posición de los músculos de la cara de la misma manera. Esto se conoce como la hipótesis de la retroalimentación facial. Mientras más se estimula el cerebro para liberar esta sustancia química más nos sentimos felices y relajados."
Volviendo a la técnica de la Sonrisa Interior, esta consiste en generar y canalizar hacia todo nuestro organismo cierto tipo de energía sanadora. El modo de generar esta energía sería la visualización mental de algo o alguien que despierte en nosotros afecto, ternura, alegría, etc.
Cuando recordamos a una persona querida, por ejemplo, esa imagen mental provoca una reacción semejante a la que tendríamos al encontrarnos con la persona real: una corriente de afecto que en ocasiones puede ser incluso más intensa que la que surgiría en un encuentro de tu a tu.
En la Sonrisa Interior nos servimos de este carga afectiva para sanarnos visualizando que la irradiamos con una amorosa sonrisa hacia cada organo de nuestro cuerpo.
Resulta evidente que tanto la Sonrisa Interior taoista como el ejercicio de risoterapia antes descritos, no son más que artificios, "trucos", simulaciones destinadas a crear una ilusión que actúe eficazmente en ciertas áreas de nuestro cerebro.
Bueno, aquí lo dejo: sólo pretendía esbozar una visión general de esta práctica. Aquí tienen un enlace por si quieren saber más acerca de la Sonrisa Interior y cómo realizarla. Por mi parte, prefiero (a lo mejor por alguna clase de prejuicio, no lo se) seguir sonriendo sin técnicas, y es que además francamente no tengo paciencia para pasarme una hora diaria sonriendole a mis huesos y vísceras.
el Canario
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