En plena edad media, unos hombres de vastos conocimientos y con una profunda visión espiritual, recorrían Europa cantando sus enigmáticas canciones cargadas de doble sentido. Muchos de ellos procedían de Occitania, una región del sur de Francia donde florecían la poesía y el espíritu: ellos eran los más aclamados en todas las cortes de Europa: eran los trovadores del Languedoc.