Me llamó la atención de entrada su nombre, Beethova, que en el idioma criollo de Haití sería Beethoven. Más tarde supe que su padre quiso bautizarlo así por su gran amor por la música. Aterrizaremos en Haití, tierra atormentada y convulsa, donde antes de que los terribles terremotos con los consiguientes saqueos y matanzas, devastaran la isla y diezmaran su población, ya imperaban la violencia, la superstición y la miseria. Pero así como en medio del asfalto puede salir una flor, también en medio de este escenario dantesco floreció la belleza. Aquí tienen un ejemplo: la música de Beethova Obas.
Álbum: Si...
Año: 1993
Género: música étnica, jazz, bossa nova
Duración:
Nacionalidad: haitiana
Año: 1993
Género: música étnica, jazz, bossa nova
Duración:
Nacionalidad: haitiana
Lista de Temas:
01. Ase Babye
02. Elayïs
03. Si…!
04. Moun Sa Yo
05. Leve
06. Nou Pa Moun
07. Kite’m Ri
08. Twoubadou
09. Yon Ti Souri
10. Satan Pwal Boule
11. Oh oh !
01. Ase Babye
02. Elayïs
03. Si…!
04. Moun Sa Yo
05. Leve
06. Nou Pa Moun
07. Kite’m Ri
08. Twoubadou
09. Yon Ti Souri
10. Satan Pwal Boule
11. Oh oh !
Alineación:
Bass / Thierry Fanfant (tracks: 1 to 4, 7, 9, 10)Congas / François Sergo Decius (tracks: 7, 10)
Drums / Jean-Philippe Fanfant (tracks: 1, 4, 9)
Guitar – Beethova Obas
Guitar [Solo] / Vladimy Jean Félix (Jimmy) (tracks: 10)
Lead Vocals / Beethova Obas, Viktor Lazlo (tracks: 2)
Percussion / Bago (tracks: 1 to 4, 10)
Piano / Mario Canonge (tracks: 1 to 3, 9)
Synthesizer / Fabrice Rouzier (tracks: 3 to 5, 7, 10), Mario Canonge (tracks: 9)
Me voy, no sin antes ofrecerles un interesante extracto de un ensayo sobre el tema:
El Caribe que no canta español
Enrique García
Si la música americana viene de tres grandes corrientes -europea, africana y amerindia-, y aquí podemos descartar lo indígena, pues los ciboneys y caribes primitivos fueron eliminados rápidamente, nos queda una gran masa de esclavos que además de refugiarse en sus tradiciones, se dedicaron a impregnar de sus patrones rítmicos toda melodía o cántico que les enseñaron sus amos. Así, podemos decir que la música del Caribe es negra, pues la que no lo era la remezclaron haciéndola suya.
Todo se fraguó en un mercado: ese gran zoco de seres humanos en que se convirtieron las islas a raíz de la conquista. La prosperidad del negocio que fundaron los españoles atrajo a ingleses, franceses y holandeses que, tanto por libre como respaldados por sus Estados, asentaron sus posesiones tras batallas y compra-ventas. Los esclavos pasaban de unas manos a otras y los avatares del mercado del azúcar, café o tabaco sometieron a esta población a continuas migraciones. Los diferentes pueblos africanos -yorubas, ashanti, bantúes-, a veces premeditadamente disgregados, practicaban sus ritos ancestrales de culto a los muertos y espíritus; las ceremonias, iniciadas con llamadas de tambores y danzas, alentaban su precaria existencia y eran su clave clandestina de comunicación. La prohibición y el intento del cristianizarlas dieron lugar a religiones sincréticas en las que, bajo los nombres de santos y festividades, se sigue identificando a sus dioses y espíritus. Con el asentamiento de las ciudades y de una sociedad occidental acomodada, en el siglo XIX fueron llegando los bailes europeos -contradanza, mazurcas, cuadrilla, etc.- que la capacidad rítmica de los africanos fue reinventando en formas mestizas de gran carga lúdica, muy del agrado de la relajada población blanca.
En el territorio de Haití los tratantes concentraron tal número de esclavos que tras, continuas rebeliones y la cesión a Francia por los españoles, alcanzó una temprana independencia (1804). La práctica del vudú impregna su cultura popular. En su culto utilizan tambores, algunos hechos con barriles, vaccines (trompetas de bambú) o croix-croix (cañas percutidas). La mezcla con bailes europeos dio lugar al compás. Tanto aquí como en Trinidad, en contacto con los emigrantes de Nueva Orleans, nace el begine, especie de jazz de bolsillo con orquestinas de trombón, banjo o guitarra y tambor. Después se suma el clarinete con el que Alex Stellio lo puso de moda internacionalmente (Cole Porter compuso su Begin the beguine).
Con la llegada de la música moderna de los 60, surge el mini-jazz; luego, se genera un movimiento raisin o de vuelta a las raíces promovido por el pianista Gerald Merleron, los cantos a capella de Toto Bissanthe o grupos como Bookman Eksperians y Coupé Cloué, y el melódico cantante Beethova Obas. Las letras en patois (criollo francés) denuncian la escandalosa y endémica pobreza del país.
Tambores y cantos de llamada-respuesta se funden en el belé (belair) de Martinica. Pero en la perla de la burguesía antillana, prolifera el gusto por los bailes europeos como la mazurka y el vals criollo. Modernamente, el conjunto Malavoi, con su sección de violines, acoge influencias cubanas y, en los 70, nace el zouk desarrollado por el grupo Kassav, con sus típicos kassé (rupturas de ritmo). Es el estilo de moda y lo siguen Harry Diboulé, las guadalupenses Zouk Machine o, en su vertiente más suave, los cantantes Ralph Tamar y Patrick Saint Eloi. Un artista atípico que se acompaña del banjo es Kali. En Guadalupe, socialmente más rural, aún se practica el gwoka, reuniones rituales basadas en los tambores ka. En los años 60, el percusionista Kònket estimuló los ritmos mendé y lewoz.
Caribe inglés
La estrategia inglesa de mayor represión y división de los negros, sumada a la importación de trabajadores de diversas culturas ha llevado a un folklore más variopinto y micronizado. Los ritos shango, danzas de lucha y aguinaldos heredados de españoles constituyen la tradición de Trinidad. Ligado a su carnaval, que compite en fama con el de Río, nació el calipso derivado de la antigua canción satírica con la que los esclavos se mofaban de sus amos; acompañados de flautas chacha (maracas) y primitivos banjos, se establecieron competiciones en las que se rivaliza en elocuencia y sarcasmo. Se extendió por las demás islas e internacionalmente gracias a Harry Belafonte en su versión más suave, pero sus más auténticos creadores fueron Lord Kitchener o Atila the Hunt. Al prohibirse el uso de tambores, se estimuló la búsqueda de cualquier objeto percutible como latas, cubos de basura y, sobre todo, bidones de petróleo de las bases americanas, que, artesanalmente trabajados, conseguían toda la escala tonal. Estos steel drums gozan de gran popularidad.
En los 70 surge el soca, ritmo frenético con teclados eléctricos que hace furor en las discotecas. Las ceremonias del big drum en las Granadinas, cropover o danzas de cosecha en Barbados y curiosas variaciones de las gigas escocesas en las Islas Vírgenes y Tobago son otras manifestaciones de importancia. En Bahamas tienen un tipo de godspel inspirado en la influencia baptista. Además, la inmigración de trabajadores indios (un tercio de la población de Trinidad y más de la mitad en Guyana) ha producido la música chutney, de raíz hindú pero más caliente.
Caribe holandés y garífunas
En las islas de Curaçao, Aruba y Bonaire, cercanas a Venezuela, hablan el papiamento (mezcla de inglés, holandés y español), bailan la wega di paliu y cantan el tumba, de letras satíricas. El baile nacional de Surinam es el kaseko, que tiene una variedad en la Guayana francesa. Desde el principio, hubo esclavos que huyeron y fundaron comunidades libres. Los españoles los llamaban cimarrones y llegaron ha tener su organización política independiente. Este origen tienen algunos grupos del interior jamaicano y los palenques colombianos, pero la más importante es la comunidad garífuna de Bélice y la costa de Guatemala, donde fueron deportados muchos de ellos por los ingleses. Conservan un idioma propio y bailan el jungujungu y parrandas hispanas. Actualmente, se les conoce por su estilo punta, también llamado culiou por el constante balanceo del culo casi sin mover los pies.
El reggae
El impacto de la música de Jamaica merece ser tratado separadamente: Bob Marley ha sido la primera estrella mundial que venía del Tercer Mundo y a casi treinta años de su muerte sigue vigente y se hace reggae en todos los idiomas.
Anteriormente y heredando ritmos tradicionales y arriesgadas técnicas vocales, surge el mento, estilo rural con guitarra en el que se lamenta de su situación precaria. El calipso también triunfa en su jonkonnu (carnaval) y con la influencia del rythm’ and blues se inventa el ska, ritmo cortante que hoy es base de letras reivindicativas; los Skatalites fueron sus promotores y en Inglaterra, los Specials y Madness. Una versión más lenta y marcada da lugar al rock steady.
En los 70, grupos como Toots and the Maytals, Jimmy Cliff y Desmond Deker, con el uso de guitarras percusivas, hacen nacer el reggae que los Wailers y Burning Spear aderezan con la filosofía rastafari que proclama la patria común de la negritud. Posteriormente, el uso de bases rítmicas grabadas sobre las que intercalan improvisadas parrafadas produce formas como el dance-hall, dub y ragamuffin (mezcla con rap) que han impregnado todo el Caribe y la música de baile en general. Así que, de aquellas tierras, no habíamos sabido nada desde “Banana boat” hasta la herencia de Marley.
Fuente: http://www.revistapueblos.org
el Canario
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