Cómo cada año, Halloween regresó con su cortejo de brujas, hombres lobo y vampiros. Yo sólo sabía de la existencia de esta fiesta por las películas y las series norteamericanas. Luego vino a implantarse aquí en España, hace ya unos años, pero hasta el día de hoy la sigo sintiendo como algo que me es totalmente ajeno.
¿Qué hay detrás de los siniestros disfraces de Halloween? ¿Cual es su origen? Intentaré contestar a estas preguntas, acompañado por Jan Anderson, con su canción "The Witches Promises".
Si bien en la actualidad la palabra fiesta se suele emplear casi exclusivamente en sus acepciones de farra, parranda o juerga, el significado tradicional de este término es mucho más amplio y complejo: cada una de las fiestas de antaño (y, por si acaso, no me refiero sólo a las cristianas) tiene su propio carácter y su propósito específico, como la conmemoración de un acontecimiento histórico o astronómico, el paso de un estado de conciencia a otro superior, o tal vez la dramatización de un mito. Hay fiestas que están destinadas a favorecer un clima de reflexión y recogimiento; En cambio otras, como el carnaval, dejan parcialmente en suspenso ciertas reglas de convivencia para que se pueda manifiestar el lado más díscolo, lúdico y sensual de la naturaleza humana.
En estos tiempos de globalización, las fiestas también se globalizan, o, mejor dicho, se carnavalizan, ya que se convierten en meras extensiones del carnaval, no porque la gente vaya disfrazada todo el tiempo, sino porque toda celebración termina teniendo un mismo propósito: el de la satisfacción inmediata, la diversión sin límites y la borrachera perpetua.
Es lo que le ha ocurrido a la Navidad, que, siendo en sus orígenes una fiesta que celebra el nacimiento de un hombre que optó por un modo de vida sencillo y austero, se ha convertido en la apoteosis del consumismo y del derroche. En la Semana Santa esa "carnavalización" se hace más patente: lo que se supone que era un periodo de austeridad y recogimiento se ha convertido en un costoso espectáculo, con sugestivos desfiles y fiestas de disfraces (muy solemnes, eso si).
Y ahora tampoco se salvan de esta fiebre igualadora la fiesta de Todos los Santos, y la de los Difuntos, que en la liturgia católica se celebran el 1 y el 2 de noviembre respectivamente. De un tiempo a esta parte en estas fechas las calles se pueblan de toda suerte de "entes" malignos: monstruos, vampiros, zombies, demonios, posesos, etc. Es la fiesta de Halloween, que importada de EEUU, irrumpe con impertinencia en nuestras casas exigiendo ofrendas, y trivializandolo todo, hasta lo poco que quedaba por trivializar.
Pero, ¿Cual es el origen de Halloween? He leído publicaciones claramente tendenciosas en las que se dice que su origen es satánico. Esto es tan falso como afirmar que los Mayas y los Aztecas eran adoradores de Lucifer, o que la religión druídica, o los Misterios de Eleusis estaban consagrados al diablo; Esa clase de afirmaciones para mi sólo ponen en evidencia un afán sectario de demonizar todo culto rival, es decir, a la competencia.
El verdadero origen de Halloween se remonta a la religión celta, que, al igual que la mayor parte de los cultos de la Europa pagana, y que el propio cristianismo, configuró su liturgia tomando como referencia el ciclo solar, sólo que, a diferencia del año liturgico católico, que se abre a finales de noviembre, en el Adviento (tiempo que precede a la Navidad), en el calendario celta el año nuevo comienza entre finales de octubre y principios de noviembre, coincidiendo con el fin de la cosecha (también los romanos celebraban por las mismas fechas unas fiestas en honor a Pomona, diosa de las cosechas). En esta época del año, toda la cosecha se almacena, las noches se hacen más largas, empieza a hacer frío y el mundo entero cae sumido en un pesado letargo: ya casi no se siente el latido de la vida alrededor; la tierra se despoja poco a poco de sus vestiduras, quedando al fin yerma, desnuda, inerte...
La naturaleza, con todo su poder creativo, permanece recluída en la morada de la muerte, como ocurría en el mito de Perséfone. Todos estos signos, seguramente, llevaron a los celtas a relacionar esta fase del ciclo solar con la muerte y con los difuntos.
Decían los celtas que en Samhain (nombre gaélico de Halloween), los espíritus de los antepasados regresaban para visitar a sus familias. La sutil barrera que separa el mundo de los vivos del mundo de los muertos, en Samhain se disipa, y los espíritus de los difuntos, tanto los buenos como los malos, merodean por las casas y por los caminos manifestándose a los vivos.
Decían los celtas que en Samhain (nombre gaélico de Halloween), los espíritus de los antepasados regresaban para visitar a sus familias. La sutil barrera que separa el mundo de los vivos del mundo de los muertos, en Samhain se disipa, y los espíritus de los difuntos, tanto los buenos como los malos, merodean por las casas y por los caminos manifestándose a los vivos.
Los sabios celtas dividían el año en dos grandes fracciones: la oscura y la luminosa. La parte oscura comenzaba a principios de noviembre, el día que hoy conocemos como Halloween. La parte luminosa comenzaba en un día entre abril y mayo, coincidiendo con la pascua católica. ¿Por qué carecía de una fecha concreta? Porque es una fiesta solilunar, es decir, que su ubicación en el calendario no solo depende de la posición del sol en el zodiaco, sino también de las fases lunares, como también ocurre con la Pascua de Resurrección.
El papa Gregorio III (731-741) reemplazó el Samhain por una festividad cristiana, el Día de Todos los Santos, que fue trasladado del 13 de mayo al 1 de noviembre. La de superponer una festividad cristiana a otra pagana (que guardara con ella ciertos puntos comunes), fue una táctica muy frecuente en la Iglesia Católica a lo largo de la historia. De este modo se pretendía que el culto pagano cayera poco a poco en el olvido, eclipsado por la liturgia romana. Este ardid no siempre funcionó, de hecho en los países celtas el Samhain siguió celebrándose, aunque con la incorporación de algunos elementos del catolicismo.
El papa Gregorio III (731-741) reemplazó el Samhain por una festividad cristiana, el Día de Todos los Santos, que fue trasladado del 13 de mayo al 1 de noviembre. La de superponer una festividad cristiana a otra pagana (que guardara con ella ciertos puntos comunes), fue una táctica muy frecuente en la Iglesia Católica a lo largo de la historia. De este modo se pretendía que el culto pagano cayera poco a poco en el olvido, eclipsado por la liturgia romana. Este ardid no siempre funcionó, de hecho en los países celtas el Samhain siguió celebrándose, aunque con la incorporación de algunos elementos del catolicismo.
Siglos mas tarde, cuando los colonos irlandeses empezaron a establecerse en el Nuevo Mundo, introdujeron allí la fiesta de Samhain, que, asimilada por el culto católico terminó llamandose Halloween. Aunque suene muy exótico, en realidad Halloween en inglés no significa otra cosa que Fiesta de todos los Santos ( All Hallows' Eve).
Halloween, tal y como se celebra actualmente, tiene muy poco o nada que ver con Samhain, la fiesta pagana de la que se origina. Mientras que Samhain para los druídas era el momento astronómico más propicio para honrar a los espíritus bondadosos, manteniendo alejados a los espíritus malignos con distintas prácticas chamánicas, el Halloween actual es un carnaval siniestro y vacío de contenido, en el que a menudo se flirtea con un ocultismo de la peor calaña. Recientemente leí que con ocasión de la llegada de Halloween, este año en Salem (Massachusetts), ciudad considerada por muchos como la capital de la brujería de los EEUU, se instaló en un parque una ouija gigantesca, bautizada Ouijazilla. Es un simple elemento decorativo, aseguran sus creadores, pero el hecho es que es completamente funcional y, pese a su tamaño, el apuntador puede ser deslizado sobre de la superficie del tablero incluso por un solo usuario.
En Samhain la gente se disfrazaba, es cierto, pero lo hacía para ahuyentar a los espíritus malignos, no para invocarlos, ni por simple diversión. En Salem también existe un Templo de Satán que es una atracción más de la ciudad, vean el video:
En resumen, lo que hoy se conoce por Halloween es una lejana reminiscencia de varios cultos paganos de la antigüedad, que asimilados o suplantados por el catolicismo, más tarde se secularizaron, para acabar siendo una simple fiesta de disfraces bastante macabra al estilo Walt Disney.
En cuanto a Samhain, se sigue celebrando en círculos reducidos; en Francia, por ejemplo, hace bastantes años conocí a varias personas que practicaban muy en serio el druidismo. Tenían su sede en el legendario bosque de Broceliande, y su líder era un ex sacerdote católico de aspecto venerable.
Samhain también es celebrado por la Wicca, la Antigua Religión matriarcal, y finalmente por la Iglesia de Satán: según leo en su web, su líder, Anton LaVey, designó al Halloween como una fiesta clave dentro del culto satánico.
No tengo datos suficientes como para valorar si estos grupos son un producto más de la moda New Age, o si son genuinos.
el Canario
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