martes, 24 de diciembre de 2019

La Imparable Cultura Remix







"En la época en la que los hermanos Wright inventaron el aeroplano, las leyes estadounidenses mantenían que el dueño de una propiedad presuntamente poseía no sólo la superficie de sus tierras, sino todo lo que había por debajo hasta el centro de la tierra y todo el espacio por encima, hasta "una extensión indefinida hacia arriba".


Durante muchos años, los estudiosos se habían roto la cabeza intentando entender la idea de que los derechos sobre tierras llegaban a  los cielos. ¿Quería eso decir que eras dueño de las estrellas? ¿Podías procesar a los gansos por allanamiento premeditado y repetido?"



Entonces llegaron los aeroplanos y luego la aviación comercial, y las leyes tuvieron que cambiar: de lo contrario los propietarios de cualquier terreno que fuera sobrevolado por un avión podían exigirle el pago de un peaje a la compañía aerea correspondiente, por ejemplo.

En sus charlas, Lawrence Lessig, de quien hablaremos y a quien citaremos mucho en este post, suele ilustrar con esta paradoja la clase de control que  la legislación vigente trata de aplicar sobre algunas de las nuevas tendencias musicales, cómo es el caso del Remix.
En los vídeos oirán hablar al propio Lessig, y verán algunos ejemplos de Remix.






"Lo que las leyes exigen hoy es tan estúpido como un sheriff que arrestara a un avión por allanamiento".
Lawrence Lessig




En las últimas décadas he tenido a menudo la sensación de que el tiempo iba acelerando paulatinamente: que todo iba cada vez más deprisa, como una noria que al principio rotaba muy despacio y que ahora está dando vueltas a una velocidad de vértigo. 
Uno de los campos en los que más percibo esta aceleración es el de la ciencia y la tecnología. Y entre todas las formas de tecnología, creo que la informática es la que se encuentra a la cabeza: no pasa un  día sin que los "magos" de la informática nos sorprendan con una nueva maravilla, una idea que hace tan sólo unas décadas no se le habría ocurrido ni siquiera al autor de ciencia ficción dotado de la imaginación más fértil.

La casi ilimitada velocidad de interacción que hacen posible los medios digitales, deja obsoletas ciertas normas y restricciones perpetuadas por instituciones de talante decimonónico, en su empeño por seguir poniéndole puertas al viento.

En el sector donde más poderosamente ha incidido esta revolución digital, ha sido en la música.  Hay una tendencia musical que en gran medida es fruto del contacto entre las jóvenes generaciones e  Internet: el Remix.

Remix o remezcla, es, según wikipedia, "un anglicismo utilizado en música para referirse a una mezcla alternativa de una canción en un estudio de sonido, para darle un nuevo aspecto sonoro o mejorar la calidad de sonido, a veces con la incorporación de nuevos ritmos, efectos y otros cambios".

Multitud de jóvenes, y no tan jóvenes ya, han hecho del Remix un arte; se oyen por ahí cosas realmente fantásticas (también hay que decir que hay muchas cosas mal hechas, pero eso ocurre en todas partes). 

Cualquier chico con muchas ganas, un poco de talento, un ordenador, y un programa de edición musical (los hay muy buenos y gratuitos, como Audacity, que es el que yo uso), puede hacer maravillas con una pieza musical, y además puede publicar el mismo  su trabajo en la red. 





Mientras que la informática e Internet evolucionan a pasos agigantados, innovando de un día para otro el modo de hacer y de concebir la música, la legislación relativa a este arte sigue anclada en la era analógica. Como dice Lawrence Lessig, abogado y profesor de la universidad de Harvard a quien citaré profusamente en este post (todos los párrafos en cursiva son de él):



"...el acceso generalizado a computadoras cada vez más sofisticadas y demás medios digitales ha provocado un nuevo giro de la situación en las dos últimas décadas, impulsando la reaparición de una cultura de “lectura-escritura”. Actualmente, cualquiera que tenga acceso a una computadora con conexión a Internet puede crear un remix, un mash-up o un spin-off y crear una obra nueva mediante la combinación de elementos musicales y audiovisuales."

En la actualidad, lo que se fomenta es la "Cultura de sólo Lectura", que se encuentra poderosamente polarizada entre la industria y un grupo reducido de artistas por un lado, y la gran multitud de oyentes pasivos, convertidos en meros consumidores,  por el otro.
Lessig asegura que en la historia de la humanidad, la "Cultura de sólo Lectura" es un fenómeno muy reciente: en la antigüedad el arte era mucho más participativo; pasaba de una persona a otra sin detenerse, tomando mil formas, enriqueciendose continuamente. Es lo que Lessig llama Cultura de Lectura/Escritura.
Para poner sólo un ejemplo de esta forma de cultura, ahí están los Centonesgénero literario popular en Europa durante la Edad Media, que consistía básicamente en tomar versos o extractos de obras ajenas introduciendo en ellos modificaciones en la forma o en el orden.

La Cultura de Lectura/Escritura en la era informática regresa con el nombre alternativo de Cultura Remix. 





"Cada vez me he ido asombrando más ante el poder que tiene la idea de la propiedad intelectual y, de un modo más importante, del poder que tiene para desactivar un pensamiento crítico por parte de los legisladores y los ciudadanos. En toda nuestra historia nunca ha habido un momento como hoy en que una parte tan grande de nuestra "cultura" fuera "posesión" de alguien. Y sin embargo jamás ha habido un momento en el que la concentración de poder para controlar los usos de la cultura se haya aceptado con menos preguntas que como ocurre hoy día."


"El papel de la ley es cada vez menos apoyar a la creatividad y cada vez más proteger a ciertas industrias contra la competencia.
Justo en el momento en el que la tecnología digital podría desatar un extraordinario potencial de creatividad comercial y no comercial, las leyes le imponen a esta creatividad la carga de reglas irracionalmente complejas y vagas y la amenaza de penas obscenamente severas."



Contrariamente a lo que se podría concluir después de leer estos párrafos,  Lessig, no está en absoluto en contra de la propiedad intelectual; es más, dice en su obra Cultura Libre:


"Una cultura libre no es una cultura sin propiedad; no es una cultura en la que no se paga a los artistas. Una cultura sin propiedad, o en la que no se paga a los artistas, es la anarquía, no la libertad. La anarquía no es lo que aquí propongo."


Y en otra parte:

"Yo también creo en la propiedad, y especialmente en la importancia de lo que Valenti llama "la propiedad creativa".
Creo que la "piratería" está mal, y que las leyes, bien afinadas, deberían castigar la "piratería", se produzca fuera o dentro de Internet." 


Entonces, ¿Qué soluciones sugiere Lessig? En lugar de seguir enfrascados en la eterna batalla entre la piratería y la propiedad, Lessig propone que restrinjamos algunos de los derechos de los que actualmente gozan los autores ( que con el tiempo se han vuelto excesivos), para dejar más espacio a la creatividad de los autores venideros. Las leyes del copyright, que empezaron limitándose a cuestiones muy concretas, con el tiempo se fueron extralimitando, dejando un margen cada vez menor a los nuevos creadores:  



"En 1710, el "copy-right" era un derecho a usar una máquina específica para duplicar una obra específica. No iba más allá de ese derecho tan limitado. No controlaba de ninguna forma más general cómo podía usarse una obra. Hoy día el derecho incluye una larga lista de restricciones a la libertad de los demás: concede al autor los derechos exclusivos de copiar, de distribuir, de interpretar, etc.






Así que, por ejemplo, incluso si el copyright de las obras de Shakespeare fuese a perpetuidad, todo lo que eso habría significado en el sentido original del término sería que nadie podría reimprimir la obra de Shakespeare sin el permiso de los herederos de Shakespeare. No habría controlado nada relacionado con, por ejemplo, cómo se podía representar la obra, si la obra podía traducirse, o si se permitiría que Kenneth Brannagh hiciera sus películas. El "copy-right" era solamente un derecho exclusivo para imprimir; nada menos, por supuesto, pero tampoco nada más." 

Como solución a la situación presente, Lessig propone que la ley permita tratar una pieza musical de otro autor del mismo modo que una cita literaria: un escritor puede citar a otro sin que cometa un delito por eso, a condición de que lo mencione reconociendo su autoría en una nota a pie de página.


También propone Lessig que se cree un impuesto para sufragar los derechos de los autores por el uso de su obra en Remixes, por ejemplo.



En definitiva, lo que Lessig no se cansa de repetir de mil y una maneras, es que es preciso que las leyes se adecuen a las tecnologías de cada época, y que la sociedad se vuelva más tolerante y permisiva con los creadores; que estos no se vean obligados a pedir continuamente permiso a otros creadores para utilizar un fragmento de su música: 


"Los científicos se basan en el trabajo de otros científicos sin preguntar ni pagar por el privilegio de hacerlo. ("Perdone, Profesor Einstein, pero ¿me podría dar permiso para usar su teoría de la relatividad para demostrar que usted estaba equivocado por lo que respecta a la física cuántica?"). Las compañías de teatro escenifican adaptaciones de las obras de Shakespeare sin obtener permiso de nadie. (¿Hay alguien que crea que se difundiría mejor a Shakespeare en nuestra cultura si hubiera una entidad central de derechos para Shakespeare a la que todas las producciones tuvieran que dirigirse antes de hacer nada?)"



Cómo dije más arriba, el Remix ha venido para quedarse, y es imparable. Después de todo, la vida misma es un Remix de sentimientos, ideas, identidades, sueños... ¿O no?






                                el Canario

  

















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